Hemos asumido que por el simple hecho de hablar con alguien ya estamos comunicándonos. Sin embargo, aunque compartamos el idioma y tengamos presentes los códigos de comportamiento, a veces nos quedamos en la superficie y no logramos expresar lo que realmente deseamos. De acuerdo con el psicólogo John M. Grohol, la comunicación es una habilidad que se aprende. He aquí algunos pasos para empezar a practicar, sobre todo con tu pareja
1. Paciencia. Sobre todo en las discusiones de pareja, estamos tan preocupados por exponer nuestro punto de vista que nos precipitamos e interrumpimos la conversación. Pero eso no es más que un mecanismo de defensa que a la larga se convierte en un obstáculo. Sopesa tus palabras, sé respetuoso con el tiempo que el otro necesita para expresar su sentir. Esa es la base de una buena comunicación.
2. Practica la escucha. ¿El otro está hablando pero tú no lo escuchas porque en tu cabeza ya estás preparando la siguiente frase? A todos nos pasa. Los terapeutas tienen una técnica muy eficaz para forzarnos a escuchar. Se llama “el reflejo” y consiste en repetir lo que la persona acaba de decir. Puede resultar desesperante cuando hay un clima de tensión, el otro puede pensar que te estás burlando. Si es así, explícale que lo haces para confirmar la información que recibes y darle a tu mente el tiempo necesario para comprenderla.
3. Honestidad y apertura. Muchos crecimos en situaciones donde la única persona que tenía el derecho de expresar sus necesidades y deseos era la figura de autoridad. Eso se convirtió en una dificultad para escucharnos a nosotros mismos y decir: “necesito A” o “siento B”. En una relación, este desconocimiento puede desatar una crisis porque el otro siente que le ocultamos algo o que estamos fingiendo. Hay que escucharse a sí mismo y abrirse al otro sin miedo. Aunque sea un tema del cual jamás hayas hablado, no temas asumir tu vulnerabilidad. Si callas para evadir el dolor y la decepción, también estás cerrarndo las puertas al amor y al aprendizaje.
4. Leer al otro. La comunicación no tiene que ver sólo con lo que decimos sino cómo lo decimos. El tono de la voz, la intención, el lenguaje no verbal, los silencios, el contacto visual… Aprender a comunicarse de manera profunda implica integrar los signos y las señales. Leer al otro es tan importante como escucharlo, eso nos pone en sintonía. ¿Una guía básica? Brazos cruzados = cerrado o a la defensiva. Falta de contacto visual = vergüenza, miedo, desinterés. Alzar la voz = desesperación, puede ser que la persona no se sienta escuchada o entendida. Esta lectura es de ida y vuelta. Lo que no digas con tu boca lo estarás diciendo con el cuerpo. Y el cuerpo no sabe mentir.
5. Aquí y ahora. Cuando la discusión se torna difícil, solemos cambiar el tema para no tocar ese punto incómodo. Por más extraño que suene, fabricar argumentos para distraer al otro es una falta de respeto hacia la relación. Practica: un tema a la vez, sin desvíos y con la intención de solucionar las cosas. Y si la conversación no fluye, déjenla pendiente para cuando estén listos y dispuestos.
6. Cada tema a su tiempo. Cuando uno está enojado o vulnerable es mejor no tratar temas decisivos. Lo mejor es darle un lugar a es emoción, sentirla sin juzgarla, aceptarla y dejar que baje de intensidad. El drama y las actitudes autoflagelantes tienen una función, pero cuando ocupan toda nuestra energía nos impiden avanzar en la relación.
7. Prepárate para ceder. A veces discutimos sólo porque necesitamos tener la razón. Pero después queda una suerte de vacío, como una resaca emocional. Y es que en el amor no se trata de ganar o perder, sino de crecer juntos. Si el otro pierde, perdemos los dos. Si vas a dialogar, tienes que estar dispuesto a ceder y a negociar. Tener la razón es cuestión de orgullo o de ego. En una relación respetuosa y amorosa no importa quién tiene la razón, lo importante es llegar a soluciones equitativas y satisfactorias para ambos.
8. Se vale reír. La risa tiene la capacidad de aligerar nuestras frustraciones y nos ayuda a poner las cosas en su justa dimensión. Cuando las cosas toman un rostro trágico, un comentario gracioso basta para darle un giro positivo a la conversación. Pero ojo: no se trata de burlarse del otro o de minimizar sus necesidades, sino de reírse de uno mismo o de una situación. Recuerda que un motivo para sonreír es reconocernos iguales en nuestra imperfección.
9. Otras formas de comunicarse. Mensajes, mails, comentarios en facebook, tuits, llamadas, cartas… Hay muchas opciones para practicar y establecer una comunicación significativa. Así como algunos se comunican mejor por escrito, otros prefieren hacerlo a través de detalles, acciones u objetos. Si estás dispuesto a conectarte con el otro, será más sencillo aprender a leer esos signos.
Fuente: http://mx.mujer.yahoo.com/
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