El origen del miedo a las alturas

El origen del miedo a las alturas

Cuando un bebé comienza a dar sus primeros pasos es capaz de bajarse de la cuna o de su sillita sin ningún temor, sin embargo conforme crece aparecen nuevos miedos, como al de las alturas.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Psychological Scienceasegura haber encontrado la razón por la que se teme a las alturas.

En la investigación se descubrió que un elemento fundamental en este aspecto, es la «propiocepción«, que se define como la percepción visual que tiene el individuo de su propio movimiento, así lo publica BBC Mundo.

El grupo de psicólogos de las universidades de Berkeley, San Francisco y Nuevo México, en Estados Unidos, concluyeron que la visión periférica juega un papel muy importante en el desarrollo del miedo a las alturas después de haber hecho experimentos con bebés que gateaban y otros que todavía no habían aprendido.

En uno de los experimentos realizados consistió en introducir a los pequeños que no gateaban en go-karts que el equipo manejaba con un control similar a los de juegos electrónicos. Después de estar expuestos a esta actividad durante tres semanas, los bebés fueron colocados en el borde de una superficie de poco más de un metro de altura.

El resultado fue que el latido del corazón de los bebés se incrementó a cinco por minutos, lo que sugiere que estaban ansiosos. En otros de los experimentos, los bebés estuvieron dentro de una habitación en la que se movían el techo y las paredes.

Esto sugiere que el acto de impulsarse le enseña al cerebro a estar atento a lo que hay en su campo de visión periférica para ajustar su equilibrio», le dijo Joseph Campos, uno de los psicólogos que participó en el estudio, a la revista New Scientist.

Otra prueba realizada por los investigadores fue poner a los bebés que ya gateaban en la habitación que se movía, y luego cerca del borde de una mesa de vidrio larga. Quienes tuvieron una mayor reacción en el cuarto que se movía, tenían dificultades para moverse sobre la mesa y llegar al otro lado, en donde estaban sus madres.

El hallazgo podría explicar por qué una persona que se asoma en la ventana de un avión, no siente vértigo. Pero esa misma persona, en un helicóptero, si podría marearse. En el primer caso, la visión periférica es igual casi todo el tiempo; en el segundo hay mucho más movimiento.

Fuente: http://quo.mx/

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