NARCOS,
EMPARENTADOS POR MUJERES
Las mujeres en la vida de los
narcotraficantes son algo más que el objeto de su amor. Son la
primera mira en la venganza y un nexo por el cual se puede rastrear
a los criminales
CIUDAD DE MÉXICO.- Las mujeres en la
vida de los narcotraficantes son algo más que el objeto de su amor.
Son la primera mira en la venganza y un nexo por el cual se puede
rastrear a los criminales.
La Policía Federal presentó este
miércoles a Carlos Montemayor González, "El Charro", suegro de Edgar
Valdéz Villarreal "La Barbie", señalado por la corporación como el
sucesor del narcotraficante tras su detención el pasado 30 de
agosto.
Todo queda entre familia
Una mujer es el nexo entre "El
Charro" y "La Barbie", pero hay otra fémina en la pista de la
organización delictiva. Montemayor González se vinculó al cártel de
los Beltrán Leyva en 2003, cuando Sergio Enrique Villarreal
Barragán, "El Grande", lo invitó a participar.
La esposa del detenido era prima de
Ana Laura Támez, esposa de "El Grande", asesinada en 2003 por "Los
Zetas". Sin embargo, Laura Támez no es la única mujer que ha pagado
los platos rotos con "Los Zetas".
El objeto de la venganza
La misma suerte corrió Zulema Yulia
Hernández, quien captó la atención de Joaquín El Chapo Guzmán
mientras ambos estaban encarcelados en los noventa. Una vez libre,
Hernández trabajó para la banda de Guzmán.
En diciembre de 2009 fue asesinada y
su cadáver fue abandonado en un automóvil cerca de la Ciudad de
México. Sus verdugos la marcaron con la "Z", el símbolo de "Los
Zetas" en los senos, estómago y glúteos.
Las hermanas y los Carrillo
En el cártel de Chihuahua también hay
relación a través de las mujeres. En 2009, a Vicente Carrillo Leyva
lo atraparon por la pista de su mujer, Celia Karina Quevedo Gastelum,
quien no ocultó su identidad, pese a existir el antecedente de que
su hermana Giovanna fue la esposa de Rodolfo Carrillo Fuentes, tío
de Carrillo Leyva.
Tanto Giovanna como Rodolfo, El Niño
de Oro, fueron asesinados en noviembre del 2004.
El funeral de la pareja fue público,
en la finca Santa Aurora, en Sinaloa. El último aposento de Giovanna
y Rodolfo fue un ataúd matrimonial, fabricado con maderas finas.
La esposa del Chapo
Algunas veces, no sólo los
traficantes son rastreados por la vía de sus parejas, también sucede
a la inversa, como en mayo de este año, cuando Griselda López Pérez,
segunda esposa del líder del cártel de Sinaloa, fue detenida durante
un operativo implementado por la Subprocuraduría de Investigación
Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) en Sinaloa.
Esta mujer, madre del joven Édgar
Guzmán López, asesinado hace dos años, fue trasladada a la ciudad de
Mexico. Sin embargo, fue liberada un día después con las reservas de
ley.
El Chapo también se emparentó en 2007
con el fallecido Ignacio Nacho Coronel, cuadno se casó con una
pariente suya, la joven Emma, en Durango, según informó en su
momento Proceso.
Los platos rotos
En el narcotráfico es común que las
mujeres paguen los platos rotos de sus parejas.
En la última década, alrededor de 14
mil mujeres murieron en México debido a crímenes de género, que
ahora se practican como mecanismos de venganza entre bandas del
crimen organizado y el narcotráfico, dijo la activista y ex diputada
perredista Marcela Lagarde en noviembre del año pasado.
Un estudio elaborado por el Congreso
de la Unión la pasada Legislatura, y con base en cifras de las
procuradurías estatales, sostiene que cada año mueren en el país
entre mil 300 y mil 500 mujeres en hechos violentos.
Ese tipo de conducta criminal deriva
de ver a las mujeres como una "extensión" o una propiedad de los
capos de la droga.
"Hay una gran cantidad de mujeres
desaparecidas en conflictos sociales, aunque nunca tuvieron un papel
protagónico, sólo por estar vinculadas a un hombre que sí lo tiene".

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