México.- ¿El hijo
Diego, a quien su padre le tiene una confianza extraordinaria?;
¿su amigo Antonio Lozano Gracia o un equipo antisecuestros del
gobierno federal?; ¿algún asesor privado?
No: las negociaciones con quienes
lo mantuvieron secuestrado siete meses y seis días, desde el
primer momento, las encabezó Diego Fernández de Cevallos.
Las distintas pruebas de vida
(fotografías) que ilustraron el cautiverio fueron complementadas
por al menos cinco correos electrónicos escritos por él y, al
final, una llamada telefónica de sus plagiarios para la entrega
del dinero.
Había que pagar no los 100
millones de dólares exigidos inicialmente, sino los 30 que pudo
negociar El Jefe Diego.
El 10 de diciembre, en algún
punto entre las ciudades de Toluca y México, Diego Fernández de
Cevallos Gutiérrez y Antonio Lozano Gracia entregaron el
rescate, distribuido en 17 paquetes: 13 con dos millones de
dólares cada uno; el décimo cuarto con tres, y en los tres
restantes los pesos mexicanos equivalentes a un millón de
dólares.
Lo fueron a dejar con optimismo y
sin escoltas el mismo día de la llamada que, al igual que varias
subsecuentes (para las instrucciones de lleguen a tal sitio, den
vuelta en tal parte, aguarden cinco minutos, diríjanse hacia x o
y), fue realizada y respondida en aparatos adquiridos ex profeso
con el plan amigo kit.
Los correos no dejan la menor
duda de que fue Diego Fernández de Cevallos quien, a pesar de
opiniones en contrario (para que el pago fuese menor),
directamente negoció su liberación.
En uno de los mensajes, El Jefe
decía dónde conseguir dinero y, de ser necesario, hacer
gestiones ante el mismísimo presidente Felipe Calderón para que
el gobierno federal pagara lo que adeudaba a su despacho por
alguno de los muchos litigios exitosos que ganó como abogado.
Y en el último de sus correos,
Fernández de Cevallos escribió 15 o 16 cartas dirigidas a
personajes que figuran entre los que consigna la proclama de 33
mil caracteres (Boletín-Epílogo) que los Ex Misteriosos
Desaparecedores exigieron se hiciese pública (puesta en la
página milenio.com desde el sábado 18 de diciembre):
Carlos Salinas de Gortari, Carlos
Slim, Roberto Hernández, Alfredo Harp, Alberto Bailleres,
Claudio X González, Lorenzo Servitje, Lorenzo Zambrano, Emilio
Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Quintana,
Ignacio Loyola, Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón,
Juan Sandoval Íñiguez, Onésimo Cepeda, Norberto Rivera Carrera,
Roberto Madrazo, Jorge Hank Rohn, Santiago Creel, Enrique Peña
Nieto, Carlos Romero Deschamps y Elba Esther Gordillo.
Sin embargo, su hijo Diego
decidió no entregarlas a ninguno de los destinatarios, en
particular porque había podido ya reunir el monto negociado por
su padre.
Dispuestas en todo momento a
decir lo que se les ocurriera y ofrecer hasta conferencias de
prensa, las hermanas Beatriz y Elena Fernández de Cevallos
fueron excluidas deliberadamente del equipo de crisis, como
también lo fue, pero de manera mucho más radical, su hermano
Manuel, a quien se le ocurrió, por ejemplo, recurrir al general
en retiro Mario Arturo Acosta Chaparro, leyenda de la llamada
guerra sucia… siendo que los secuestradores forman o formaron
parte del memorioso Ejército Popular Revolucionario.
En el capoteo del secuestro, por
parte del Jefe Diego, estuvieron siempre: su esposa Liliana de
León Maldonado; el abogado y amigo entrañable Antonio Lozano
Gracia; los hijos Claudia, Rodrigo y Diego Fernández de Cevallos
Gutiérrez, así como al menos un estratega del gobierno federal,
comandados todos por el hijo de todas las confianzas.