EL NARCO EN MEXICO
: DATOS Y ESTADISTICAS DEL NARCOTRAFICO EN MEXICO
Narco SA, una empresa global. El
poderío del narco alcanza los 19,000 mdd al año y ocupa a medio
millón de personas en México; la cifra supera la derrama que dejan
los turistas en el país, según estimaciones de Expansión
La imagen más común del narco suele
contener los elementos típicos de la nota roja: violencia, armas,
corrupción y, por supuesto, drogas. Hay otro aspecto igual de
importante y que explica su alcance y la dificultad de extirparlo:
su fortaleza económica. Esta actividad ilícita genera en México
19,000 millones de dólares (mdd), según cálculos de Expansión
con datos de los gobiernos de México y de Estados Unidos. Esta cifra
se asemeja a la de los envíos de remesas y es mayor a las divisas
que atrae el turismo.
El narcotráfico ocupa en México a
medio millón de personas entre las que cuenta a gatilleros,
cosechadores de marihuana, ‘cocineros’ (quienes producen las
anfetaminas) y transportistas, entre muchos otros; esto es, 25% más
personas de las que emplea McDonald’s en todo el mundo. Y eso sin
contar a policías, arquitectos, contadores o financieros que
trabajan indirectamente para los delincuentes. En 60% de los
municipios del país, hay gente empleada por el crimen organizado,
según calcula el senador panista Ramón Galindo, ex alcalde de Ciudad
Juárez.
Ése es el negocio y tal es su mano de
obra. Su principal “ventaja competitiva”, tal como sucede con las
actividades formales, es su proximidad geográfica con el principal
consumidor de drogas: Estados Unidos. Si 80% de las exportaciones
del sector formal cruzan la frontera norte, lo mismo sucede con 90%
de la cocaína que llega a México, lo que equivale a unas 260
toneladas anuales. Aquí se produce la mitad de las anfetaminas que
se consumen en EU, y unas 16,000 toneladas de marihuana.
Los grupos mexicanos obtienen más
dinero que lo que ganaron en su momento los cárteles colombianos de
Medellín y Cali, según investigadores colombianos. Cuando el famoso
capo Pablo Escobar apareció entre los hombres más ricos del mundo en
la revista Forbes, la publicación estimó su riqueza en
3,000 mdd. Escobar controlaba 90% del narcotráfico en el mundo por
su hegemonía sobre los laboratorios de cocaína y compartía ganancias
con el cártel de Cali.
Por primera vez, este año Forbes
incluyó a un narco mexicano en su lista de los más ricos: Joaquín
‘El Chapo’ Guzmán. Al jefe del cártel de Sinaloa le adjudicó una
fortuna de 1,000 mdd. Guzmán es uno de tres líderes de dicho cártel,
el cual controla 50% del mercado de las drogas mexicanas, según
fuentes estadounidenses. Pero otros estiman que algunos de sus
colegas, como Ignacio Coronel e Ismael ‘El Mayo’ Zambada, podrían
ganar tanto o más que Guzmán.
¿Cómo es el negocio de la droga? Sus
estrategias de competencia, su sistema de proveeduría, la
innovación, el financiamiento y la operación, es decir, su plan de
negocio, es difícil de conocer hasta para las autoridades. Buena
parte de lo que hoy se sabe es gracias a la contabilidad forense con
la cual reconstruyen el negocio cuando éste ya fue desarmado por la
misma organización que lo creó para evitar la huella que pueda
delatarlos. Para un ciudadano, el negocio es aún menos evidente,
aunque todos los días convivan con ellos.
El año pasado, por ejemplo, los
habitantes de una colonia de Zapopan, Jalisco, se vieron invadidos
por decenas de camionetas tipo Van. Los vecinos estaban muy molestos
por el tráfico que generaron más de 500 viajes motorizados a esa
zona; pero les enfadaba más el ardor que sentían en la nariz
originado por el olor que emanaba el edificio de dos plantas donde
las camionetas descargaron distintos objetos.
Luego de una denuncia ciudadana, los
bomberos descubrieron que en el lugar había 6,000 tambos de
solventes y químicos usados en la producción de pinturas y
perfumería. Según oficiales del Ejército y de la Drug Enforcement
Administration (DEA), al combinar dichas sustancias se obtiene una
alternativa a la efedrina, que sirve para producir anfetaminas. Este
caso muestra su innovación y capacidad de reacción. Un mes antes de
este hallazgo, México prohibió la importación de efedrina como un
paso más en su lucha contra el narco. Hay otros ejemplos de
innovación como la marihuana mexicana ‘sin semilla’, muy resistente
a los herbicidas que el gobierno usa en sus operaciones de
erradicación de plantíos.
Pero el precio que paga el país por
esta actividad es muy alto. Según Francisco Thoumi, un académico
colombiano que ha estudiado este fenómeno, la economía ilegal es una
expresión de capitalismo crudo y primitivo, que contradice el
espíritu de cambio. “Esta industria debilita la legitimación de los
derechos de la propiedad, desinfla el crecimiento de la economía
formal, dificulta la obtención de impuestos, demanda más gasto
público y legitima la violencia como la mejor arma predatoria de
negocios”, escribió en su libro Economía política y las drogas
ilegales en Colombia.
Los costos ocultos
La diferencia principal entre el
narco y un negocio legal son sus inmensos costos sociales,
económicos e individuales –con más de 10,000 asesinatos tan sólo en
este sexenio.
El crimen organizado tiene un severo
costo dentro de la productividad de la economía y en la capacidad
del país para atraer y retener inversiones, según Juan Pardinas,
consultor del Instituto Mexicano para la Competividad (IMCO), aunque
“el impacto no se puede medir con variables cuantificables para
saber de manera rigurosa cuántas inversiones extranjeras no fueron
efectuadas por la inseguridad”, explica.
Hay aproximaciones posibles. El Foro
Económico Mundial utiliza indicadores de crimen organizado para
elaborar su informe de competitividad, una referencia para los
planes de inversión de las compañías multinacionales.
México ocupa los lugares 124, 125 y
127 entre 134 países en “aspectos institucionales y costos para los
negocios del crimen y la violencia”, “crimen organizado” y
“confiabilidad en los cuerpos policiales”. En el indicador final,
México queda situado en el lugar 60. El peso del crimen a la hora de
tomar decisiones estratégicas es cada día más evidente.
A esto se añade su efecto sobre la
corrupción en gobiernos y autoridades locales, el desplazamiento de
otras actividades legales, su efecto sobre la libertad de prensa
(como el asesinato del reportero de La Opinión Milenio, de
Durango, Eliseo Barrón) o la conversión de los cárteles dedicados al
narcotráfico en organizaciones criminales multisectoriales, que
realizan lo mismo secuestros que extorsiones o asesinatos, lo que
deteriora aún más la competitividad regional.
Es notable la huida de empresarios y
profesionales que se van de México para librarse de este entorno,
como es el caso de Alejandro Junco, presidente del grupo
periodístico Reforma, así como otros empresarios en todo el país.
Algunas industrias, como la del
turismo, han calculado cómo les impacta el negocio del crimen
organizado. De acuerdo con Gastón Azcárraga, presidente de la cadena
de hoteles de Grupo Posadas y de Mexicana, la crisis de seguridad
disminuyó 10% el número de reservas en el sector.
Jefe de jefes
Existe un grupo de elite entre las
corporaciones criminales de México. Sus nombres son un tributo al
lugar donde nacieron, donde son poderosos o a su fundador.
Entre los principales cárteles
destacan el de Juárez, liderado por Vicente Carrillo Leyva. El de
Sinaloa, de Guzmán Loera, alias ‘El Chapo’. El del Golfo-Zetas, cuya
cabeza es Miguel Ángel Treviño. El cártel de Tijuana, donde los
operadores de los hermanos Arellano Félix ostentan el negocio de la
cocaína y las anfetaminas. Y el de los hermanos Beltrán Leyva, con
presencia en Sinaloa, Sonora, Jalisco y Nayarit, entre otros.
Al igual que la mayoría de las
empresas en México, los organismos criminales también son familiares
y heredan sus emporios a las generaciones que le siguen. Los líderes
de estos cárteles son parientes de los primeros traficantes que
cultivaron en México marihuana y opio en los años 50 para venderla
en EU a los ex combatientes del Ejército de ese país que retornaban
de la guerra de Corea.
Así como en los 90 el Tratado de
Libre Comercio (TLC) transformó una parte de la industria mexicana,
una condición de mercado empujó en esa misma década a que los grupos
delictivos cambiaran las directrices de su negocio.
En pleno boom de la cocaína,
la fuerte demanda de droga por parte de EU le permitió a los
traficantes mexicanos negociar con los productores colombianos que
parte de su pago fuera en especie. El pionero fue Amado Carrillo
Fuentes, el ‘Señor de los Cielos’. Su negocio creció tanto que en
poco tiempo ya realizaba dos envíos semanales de Colombia a México
en aviones DC-10. México se volvió una escala obligada para al menos
90% de la cocaína que iba a EU.
Otro cártel que cambió de giro fue el
de los Amezcua Contreras. Originarios de Colima, los hermanos José
de Jesús, Luis Ignacio y Adán se dedicaron primero al tráfico de
personas de México a EU. Pero esta actividad, aunque lucrativa, era
muy irregular pues no garantizaba una fuente continua de ingresos.
La estabilidad financiera la encontraron en el tráfico de drogas.
Empezaron con marihuana y, ocasionalmente, cocaína. Pero pronto se
dieron cuenta que el negocio estaba en las anfetaminas. Según Óscar
Naranjo, director de la Policía Nacional de Colombia, los cárteles
mexicanos incursionaron en las drogas sintéticas por su alta demanda
y su bajo costo de producción. Producir un gramo de anfetamina
cuesta 100 dólares en México, mientras su precio en el norte varía
entre 180 y 300 dólares, según la DEA. La Casa Blanca calcula que en
EU hay 2.4 millones de adictos a esa droga. Con violencia, los
Amezcua entraron por San Diego al mercado estadounidense, que
entonces controlaban pandillas como los Hell’s Angels, en
California.
La producción de anfetaminas tiene
‘ventajas’ sobre la de cocaína y marihuana: no depende de alianzas
con productores o de grandes extensiones de tierra para sembrar la
droga; se pueden producir en grandes laboratorios o en una vivienda
cualquiera y con una inversión de 5,000 pesos; sólo se requieren los
insumos necesarios, como la efedrina, una sustancia que sirve para
hacer antigripales.
Los Amezcua contrataron laboratorios
que importaban efedrina y luego ‘exportaban’ este producto por el
mismo camino que usaban para enviar trabajadores ilegales a EU. En
2004, México importó 50% más efedrina de lo que necesitaba su
industria antigripal. En 2005, el gobierno limitó la entrada de este
producto a México. Para entonces, los Amezcua ya poseían fábricas
del químico en Pakistán, tenían contratos de compra multimillonarios
con productores en India, y habían desplazado a la mafia rusa del
mercado estadounidense.
Los Amezcua fueron encarcelados en
1998, pero el negocio continuó. En respuesta a los controles que el
gobierno impuso en 2005 a la importación de efedrina, los cárteles
contrataron laboratorios que obtenían permisos aduanales falsos.
Hoy, según la DEA, los cárteles mexicanos son los más activos en
este mercado. “Los cárteles que no estaban en este negocio entraron
cuando vieron los millones de Zhen Li Ye Gon”, dice un oficial de
EU. Se refiere al empresario acusado en México de tráfico de drogas
en 2007 y a quien le confiscaron 205 mdd en efectivo que encontraron
en su domicilio. El desmantelamiento de este imperio eliminó del
mercado a un gran importador de efedrina, y causó estragos en el
cártel del Golfo, dueño del dinero y de las instalaciones incautadas
al empresario chino.
México prohibió en 2008 el uso de
efedrina en medicamentos, y eliminó toda importación legal del
insumo.
Marihuana, cash para la
tesorería
La droga más difícil de manejar es la
marihuana. Su producción involucra a secaderos y empaquetamiento, y
al transportarla ocupa mucho espacio físico. Su margen de ganancia
no es tan atractivo como el de la cocaína o las anfetaminas. Por eso
los colombianos no la manejaron en los 80, su época dorada.
Para los narcos mexicanos, la
marihuana es estratégica. Crece abundantemente en Sinaloa y
Michoacán, dos estados con acceso privilegiado a múltiples
carreteras, cruces fronterizos y puertos de embarque. Y tiene un
mercado de 20 millones de consumidores en EU, según la Casa Blanca.
A pesar de la lucha del gobierno
mexicano contra los cárteles de la droga, la exportación de
marihuana se ha mantenido estable en los últimos años, a excepción
de una sequía que atacó los estados productores entre 2000 y 2002,
ocasionando pérdidas de 50% en la producción. Es la principal fuente
de liquidez de los narcos. Con su venta, los cárteles financian la
compra de otras drogas de mayor margen, como la cocaína, o insumos
para las anfetaminas. Cada kilo de marihuana cuesta entre 1,300 y
1,800 dólares en EU. El año pasado, México exportó 16,000 toneladas,
lo que significa más de 10,000 mdd de ingresos para estos grupos.
Inversiones seguras
El precio de la cocaína aumenta
conforme avanza del sur al norte por el continente (véase mapa
arriba). Un productor colombiano recibe el equivalente a 5% del
precio pagado en Atlanta, por ejemplo. La mayor parte de la ganancia
se queda en los intermediarios y varios de ellos están en México.
“El efecto de este negocio se ve en
todos lados, desde las mansiones que aparecen en pequeños pueblos,
hasta los grandes desarrollos que hacen en Monterrey y en Jalisco”,
dice un ex banquero mexicano. Hace una década, recuerda, llegaban a
la ventanilla de las sucursales sujetos que depositaban 20 mdd en
efectivo. “Y nadie pestañeaba”, dice.
Cientos de miles de millones de
dólares de esta actividad se canalizan al sector legal mexicano,
dice Eduardo Buscaglia, un abogado y economista internacional que
trabajó en la oficina antidrogas de las Naciones Unidas. El
procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, dice que al
narcotráfico hay que entenderlo como “una cadena de valor económico”
que tiene perspectivas “de mercado, logística, operacionales, de
rutas estratégicas y modus operandi”.
Las leyes antilavado del país son más
robustas que hace cinco años, pero el Fondo Monetario Internacional
recientemente criticó a México porque las autoridades sólo han
obtenido 25 sentencias en casos de lavado de dinero desde 1989. La
PGR y el FMI calculan que en México se lavan entre 10,000 y 25,000
mdd al año.
Buscaglia dice que el gobierno
mexicano falla al concentrarse sólo en combatir la disputa
territorial del narco, ya que los grupos criminales tienen múltiples
formas de ejercer su hegemonía. Lo mismo trafican armas y personas,
que lucran con la prostitución y la piratería. También tienen
relaciones operativas con mafias internacionales. “Si mañana se
acaba el narcotráfico, advierte Buscaglia, los cárteles mexicanos
encontrarían nuevas formas de reproducirse”.
Mano de obra calificada
Los Zetas fueron creados por Osiel
Cárdenas al final de los años 90, cuando reclutó a un grupo de 30
tenientes y subtenientes desertores del Grupo Aeromóvil de Fuerza
Especiales (GAFES) del Ejército mexicano. Se estima que este grupo
podría tener en sus filas hasta 200 ex militares y policías.
“Los Zetas son el grupo más peligroso
para el Estado mexicano y para los otros cárteles, por su disciplina
y su habilidad para hacer inteligencia”, dice Alberto Islas, de Risk-Evaluation,
una compañía de asesoría en seguridad basada en la Ciudad de Mexico.
En los últimos dos años, el cártel
del Golfo los usó para adueñarse de ciertos mercados, en operaciones
más violentas que una compra hostil. Una lección escabrosa fueron
los múltiples degollamientos de los operadores de diversos cárteles.
El plan era arrebatar territorios del cártel de Sinaloa, como
venganza por intentar quitarles el paso trasfronterizo.
Pero este alarde de fuerza le restó
liquidez al cártel del Golfo, que fue el grupo que más sufrió cuando
en 2007 los traficantes colombianos dejaron de vender cocaína a
crédito y solo proveían mercancía si se pagaba de contado.
En octubre de ese año, este cártel
envió a Juan Carlos de la Cruz, uno de sus principales operadores, a
negociar una nueva relación con los colombianos. Pero De la Cruz fue
detenido por elementos del Ejército mexicano en la capital mientras
negociaba el envío de cocaína por un valor de 120 mdd. Esta
detención posicionó al cártel y a los Zetas como una empresa poco
confiable a los ojos de los colombianos.
A la tropa se le atrae diferente.
“Hay un dicho entre narcotraficantes que es mejor vivir seis años
como rey que 50 como buey”, dice Carlos Flores, un académico
especialista en crimen organizado que trabaja en el Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).
Así explica por qué los narcotraficantes no sufren para encontrar
empleados a pesar de la peligrosidad del trabajo.
Los cárteles se nutren de personas
regulares pero prefieren a ex militares o ex policías. Durante el
sexenio de Vicente Fox hubo 126,000 deserciones militares,
incluyendo un coronel, añade Flores.
El cártel de Sinaloa comenzó a crear
un contingente de sicarios para responder a la violencia del Golfo.
Hoy consigue sicarios en las pandillas locales, en barrios con alto
índice de violencia. Un novato gana entre 15,000 y 20,000 pesos
mensuales, cantidad que aumenta en la medida que adquieren
experiencia en el manejo de armas de alto poder.
Pero el mayor ejército que tienen las
organizaciones del narcotráfico son las policías municipales y
algunas estatales, según expertos policiacos y oficiales
estadounidenses. De los 420,000 policías municipales en todo el
país, fuentes estadounidenses estiman que 80% están corrompidos y
trabajan para algún cártel. Oficiales estadounidenses sólo trabajan
con 500 oficiales de seguridad mexicanos que son examinados
rutinariamente con polígrafo, para evitar filtraciones en
operaciones conjuntas.
El reclutamiento no se limita a los
niveles inferiores. Rodolfo Dávila tuvo el tercer puesto más
importante en el Banco de México, con un salario de 88,000 pesos al
mes. Pero las ganancias que le ofrecía el cártel de Juárez, de entre
10 y 16% de las cantidades lavadas, fueron tentadoras y después de
15 años en el banco central se cambió de bando. En 2006 fue detenido
con cuatro maletines que contenían 750,000 dólares que llevaba para
entregar a sus jefes. La PGR estimó que durante varios años Dávila
había lavado un promedio de 1,000 mdd anuales a través de casas de
cambio.
Ironías: durante su tiempo en Banxico,
el funcionario se encargó de regular las actividades de estos mismos
intermediarios.
Esta otra cara, la que hace sumar las
ganancias y controla los riesgos, es la que casi nunca se conoce. Es
la que invierte, pero asegura sus fuentes de liquidez. La que ha
convertido este fenómeno en una industria, ilegal, por supuesto,
pero también innovadora y flexible.
Con información de Alberto
Nájar -
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