Las ideas sobre el supuesto fin del mundo son producto de la imaginación occidental, aseguran especialistas e investigadores
Los libros del ‘Chilam Balam’
Florencia Scandar, estudiante de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, explica la importancia de entender los manuscritos mayas.
Los libros del Chilam Balam son una serie de escritos de los cuales se conservan nueve. Abarcan una gran variedad de temas: desde profecías, calendarios y astronomía. Pero en éstos no se menciona sobre el fin del mundo, ya que lo mayas no creían en la destrucción sino en un reordenamiento de los elementos.
El relato que aparece en muchos Chilam Balam, entre ellos en el de Mani, Chumayel y Tizimin, en el que sí mencionan la destrucción de un mundo anterior y la creación de uno nuevo, no se trata de una profecía del fin de un mundo futuro, sino de un relato del origen del mundo, según su cosmovisión.
El último orden del mundo
Erick Velázquez García, investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que la famosa estela que supuestamente detalla el fin del mundo solo describe una fecha importante para los mayas.
Durante mucho tiempo, la inscripción maya del Tortuguero en Tabasco, al sur de México, fue la única que contenía la fecha futurista 4 Ahau, Tres Kankin, en diciembre de 2012.
La estela conocida entre los especialistas como número 6 está dividida en varias partes que se han podido reunir a través de fotografías. Todo indica que no era una estela, sino de un panel jeroglífico para decorar los muros de un edificio.
Su referencia hacia el futuro no es una profecía, sino una fecha en la que terminarán los 13 baktunes, un jubileo de cuando el mundo fue reordenado por primera vez.
El mundo sí se acabará
El investigador del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Jesús Galindo Trejo, explica que la habilidad y exactitud de los mayas para entender el tiempo causa falsas ideas de una extinción.
Desarrollaron el sistema más exacto de medición del tiempo en Mesoamérica, de ahí que sean los protagonistas de la supuesta profecía que anuncia el fin del mundo.
No es la primera vez que se propaga la idea del colapso de la humanidad. En 2000, se dijo que las computadoras se volverían locas, los aviones se desplomarían, y demás.
«Yo diría que el mundo sí se va a acabar, pero en 4,500 millones de años, según la teoría de la evolución estelar, cuando el Sol haya consumido su hidrógeno interior», dice el especialista.
El arqueólogo y curador de la sala Maya del Museo Nacional de Antropología en México, Daniel Juárez Cosío, detalla que la civilización sufrió una época difícil como suele ocurrir con todas las sociedades.
A lo largo de la historia del mundo maya hubo varios colapsos, pero no fue generalizado.
Lo que ocurrió en el mundo clásico fue una fragmentación de ciertas zonas, de ciertos espacios por conflictos internos, por problemas económicos, sociales, igual a lo que ocurre en la actualidad.
La civilización no desapareció totalmente, aún existe el pueblo maya, así como los zoques tzotziles, tzeltales, mayas yucatecos, choles… es una cultura que sigue viva.
Un ciclo que se renueva
Guillermo Bernal Romero, investigador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, dice que las interpretaciones del calendario maya no son exactas.
La idea de que el mundo terminará el 23 de diciembre en 201 es la fecha, en términos del calendario maya, cuando acaban los 13 baktunes de la presente creación.
Su sistema calendárico es tan amplio que tiene una estructura y una matriz en la que después de los 13 baktunes, lo que va a ocurrir es que empezará el 14, el 15… hasta el 20. Y finalmente ascenderemos a lo que ellos conocían como un ciclo superior.
La cultura maya no debe de verse como una pensamiento único, señala la doctora Francisca Zalaquett, del Centro de Estudios Mayas de la UNAM.
Entender la diversidad de los grupos que conforman a la civilización es importante para entender su naturaleza y cosmovisión.
Lo primordial es ver a la cultura maya como dinámica y diversa, que tiene la riqueza necesaria para interpretar distintas características de los seres humanos.
Una visión sin relación con Occidente
José Franco, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y Director de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, explica que el conocimiento desarrollado por los mayas sobre el cielo y las matemáticas hacen que la idea de principio o fin no tenga sentido para ellos.
El cielo era cambiante, estaba lleno de ciclos; el tiempo era cíclico, todo se transformaba. El concepto de final no tenía cabida en su pensamiento porque todo iniciaba y finalizaba en estos ciclos de una manera continua y constante.
Los mitos acerca del supuesto fin del mundo predicho por los mayas no es otra cosa que una imaginación occidental, que pone fuera de contexto y fuera de perspectiva un conocimiento ancestral que, evidentemente, tenía una visión cosmogónica distinta de la que se tiene en las sociedades contemporáneas.
Más que hablar de augurios o profecías mayas, se prefiere hablar de pronósticos, según María Elena Vega Villalobos, estudiante de doctorado en Estudios Mesoamericanos de la UNAM.
Los pronósticos son para conocer la voluntad de las deidades. Los tres códices mayas que conservamos son manuales de consulta de los sacerdotes mayas.
Todas las fechas registradas nos dicen de qué manera actuará el dios en esas fechas, tanto del futuro como del pasado. Entonces, los pronósticos son para ver de qué manera podemos cambiar esa voluntad divina en beneficio de todos los seres.
Laura Cazo Barrera, profesora investigadora del Colegio de Posgraduados en Puebla, en el centro de México, explica los libros de consejo conocidos como chilames, los únicos que hablan sobre el fin del mundo.
La especialista dice que en 1787 se va acabar el mundo porque va aumentar la población humana. Esta profecía no es maya. La retomaron de la Biblia vulgata latina, ya que los mayas se adaptaron a la imposición de la cultura española.
Los franciscanos también aportaron a las ideas fatalistas solo porque interactuaron con la civilización, pero ninguno tiene un sustento científico.
Yo creo que si estuvieran aquí los mayas, morirían de risa y dirían: “pobres, no entendieron nada”, comenta Víctor Torres Roldán, investigador independiente, autor de Ciudades Estelares, publicado por Random House.
Para los mayas existía un inframundo mezclado con el número nueve, y este es el número que coincide con la Luna.
Hablaban de 13 cielos, equivalentes a los 13 números que explican el funcionamiento de Venus, Marte, Saturno y Júpiter combinados.
Los nueve niveles del inframundo son los nueve números, los Bolon, que explican la recurrencia de los eclipses de la Luna o de la coincidencia de Marte con la Luna o de los otros planetas.
Nada tiene que ver esto con el fin del mundo es una ciencia que desarrolló el pueblo mesoamericano con un pensamiento distinto.
El mundo sí se acabará