No importa cuánto haya avanzado la ciencia, ni cuántas explicaciones existan, el comportamiento de los bebés (y no tan bebés) sigue siendo un misterio. Aquí 6 ejemplos de estos misterios que seguramente te han ocurrido. ¿O no?
El pañal huele un poco, pero ya te la sabes y decides esperar un poco más antes de cambiarlo, y ver si logras evitar lo que más temes… Que lo manche a los 2 minutos de haberlo cambiado… Vuelta a empezar.
Está comprobado: siempre que tengan la oportunidad, justo después de cambiarlos, volverán a hacerse.
Los acuestas para dormir la siesta: no duermen. Los cansas jugando hasta que ya no puedes ni respirar, les das bien de comer, los paseas en el coche por media hora… y nada, no se duerme (ni se dormirá).
Pero eso sí, llegas a casa a cualquier hora del día, vas a bajarlo de la sillita y, ¿adivina quién está dormido? Claro, ahora te toca cargarlo a casa, para lo cual obviamente no se despierta… Entonces decides acostarlo en su cama o cuna, (quizá descanse), y tan solo lo colocas en su almohada y abre los ojos…
Le preparas sus huevos, su fruta, papilla o pollo (lo que quieras), y se niega a comerlo. No quiere y no quiere… ¿Pero qué tal que tú te haces de comer, incluso los mismos huevos, fruta, papilla o pollo, y entonces reclama tu plato como suyo y te deja sin comer… ¿Por qué?
Les encantan los teléfnos celulares (y cuanto más caros mejor). Podrías comprarles uno de juguete que se parezca tanto al original que hasta tu te confundirías… ¡Pero no caen en la trampa! Siempre, y digo SIEMPRE, querrán jugar con el tuyo.
Los insoportables 2 años, son en realidad los insoportables 2, 3, 4… Sí, son adorables y sus preguntas nos ponen contra la pared, se embarran con todo, incluso con lo que no existe, pero no ocurre solo a los dos años (algunos hasta toda una vida). Los científicos investigan por qué son tan como son, sobre todo a los dos años, pero este comportamiento errático sigue siendo un misterio.
Gritan en los lugares menos apropiados, se encargan de hacerte quedar mal con las preguntas o comentarios más asquerosos, inoportunos, inapropiados en público, creen que los gusanos son ricos postres, y no se cansan de la vocecita de ese muñeco que por más que escondes vuelven a encontrar, se levantan… Pero nada más los escuchemos llorar, se lastimen o nos regalen un sencillo abrazo o un «te quiero», y nos ganan, siempre nos ganan.
Fuente: http://mx.mujer.yahoo.com
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