Aunque os cueste creerlo, no nos pasamos la vida entera tomando cerveza, vino y gin tonics. En ocasiones también bebemos agua. Eso sí, en esto también tenemos nuestras preferencias, porque una cosa está clara: no todas las aguas son iguales, ni mucho menos, y no nos conformamos con cualquier cosa. El problema es que nuestras preferidas, ésas de color cristalino contenidas
en elegantes recipientes de diseño, con un sabor tan especial y su toque justo de gas, pueden llegar a costar el doble que un litro de gasolina. Y, sinceramente, no estamos para despilfarros últimamente… Estos precios tan desorbitados se deben, según sus propios embotelladores, a la geología única de su composición. Razón no les falta. Porque, evidentemente, nada que salga del humilde grifo de casa, por muy buena -o mala- que sea la calidad del agua de nuestra ciudad, podrá igualar la combinación
de minerales y la carbonatación que van adquiriendo esas otras embotelladas a medida que se filtran a través de capas y capas de tierra, que son diferentes y específicas en cada localidad.
Sin embargo, hemos descubierto que es posible plagiar este tipo de agua en nuestro propio hogar siguiendo las enseñanzas del químico noruego Martin Lersch, quien dedica parte de su tiempo libre a aplicar sus conocimientos al mundo de la gastronomía, lo que incluye elaborar buenas reservas de su bebida favorita empleando química de andar por casa, agua del grifo y un poco de paciencia. La clave está en que, afortunadamente, la Unión Europea obliga a los embotelladores a revelar la cantidad precisa de cada mineral presente en su agua. Por tanto, las bases para desarrollar estas fórmulas están en la propia etiqueta. La mayoría de los minerales más importantes se pueden obtener fácilmente en cualquier farmacia o droguería y de otros, como el bromuro, se puede prescindir porque no influyen en el sabor. Así que para conseguir tu propia, lujosa y cristalina agua, a imagen y semejanza de las marcas más prestigiosas, sólo tienes que añadir los ingredientes que verás en la tabla de la izquierda al agua del grifo ordinaria. Una vez que se hayan disuelto estos componentes, puedes carbonatarla dándole un toque de gas con una máquina casera de soda. Si prefieres emular otras marcas, pásate por Khymos.org, la web de Lersch, al que podríamos considerar como el Walter White del H2O.
Fuente: http://www.esquire.es
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