Para los aztecas, los hongos alucinógenos eran un alimento sagrado al que identificaban como carne o alimento de los dioses, mismos que les provocaban alucinaciones y visiones de las deidades que veneraban. En su lengua nativa los llamaban teonanacatl, cuya etimología proviene de las voces teotl, «Dios», y nanacatl, de nacatl, «alimento». «Tenían otra …
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