CIUDAD DE MÉXICO, 6 de enero.- El pintor y muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, a quien se recuerda hoy que se cumplen 40 años de su fallecimiento, pasó a la historia del arte nacional por ser uno de los tres fundadores de la escuela moderna de muralistas mexicanos.
Su obra, ha dicho la crítica, refleja una clara ideología política marxista, por lo que figuró como un incansable luchador social y activista comprometido con sus ideales.
Junto con Diego Rivera (1886-1957) y José Clemente Orozco (1883-1949), Siqueiros (nacido el 29 de diciembre de 1896) dejó una gran huella en el muralismo mexicano, pero a diferencia de sus contemporáneos, nunca dejó de ampliar la experimentación plástica ni declinó en sus ideales políticos y el bienestar del pueblo.
El artista fue activista político desde su juventud, por lo que tras estudiar en las escuelas de Bellas Artes y de Santa
Anita de la capital del país, fue miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM) y fundó el periódico El Machete.
Conocido como El Coronelazo, Siqueiros en 1911 participó en la huelga de estudiantes de la Academia de San Carlos, ahora Escuela Nacional de Artes Plásticas, en contra de las autoridades, quienes pretendían cambiar los antiguos métodos de enseñanza.
Sus ideales lo llevaron a interrumpir su preparación profesional para participar de manera efímera en la Revolución Mexicana, de tal forma que en 1913 obtuvo el grado de Capitán Segundo en el Estado Mayor.
En 1918 organizó el Congreso de Artistas Soldados, en Jalisco, y tres años después viajó a España, donde publicó la revista Vida Americana, en la que incluyó el texto Tres llamamientos de orientación a los pintores y escultores de la nueva generación.
Sus ideales guiaron su producción artística y en 1922, a su regreso de España, pintó sus primeros murales Los elementos y Los mitos, en el patio menor de la Escuela Nacional Preparatoria, obras consideradas por los críticos como parte del renacimiento de la pintura al fresco.
Luego concluyó dos obras en el vetusto edificio construido en el siglo XVIII (1712-1718), integrando al conjunto del Real Colegio de San Ildefonso, bajo el nombre de El entierro del obrero sacrificado (1923-24) y El llamado de la libertad (1924).
Para entonces Siqueiros alternaba arte con política. En 1924 se trasladó a Guadalajara donde realizó varios murales y diseñó los labrados de las puertas del Templo de Santo Tomás.
También colaboró en la creación de organizaciones obreras. Sus ideas lo llevaron a la cárcel en 1931 y al año siguiente fue expulsado del país, por lo que radicó en Los Ángeles, California, EU.
En aquel país realizó los murales Mitin obrero, en la Chouinard School of Art: América tropical, en la plaza Art Center, y Retrato actual de México, en una casa particular.
La suerte no favoreció al artista y fue expulsado de EU, por lo que se vio obligado a viajar a Argentina donde decoró un bar, echando mano por vez primera de material sintético.
De regreso a México, en 1934, Siqueiros encabezó la Liga Nacional contra el Fascismo y la Guerra. Dos años después participó en la Guerra Civil Española (1936-1939), donde obtuvo el cargo de teniente coronel.
Entre sus obras de mayor dimensión destacan la Marcha de la Humanidad en América Latina hacia el cosmos, instalada en el Polyfórum Cultural Siqueiros, con una superficie de cuatro mil 600 metros cuadrados.
Según los especialistas, las pinturas de Siqueiros representan una síntesis particular de los estilos futuristas, expresionistas y abstractos, esto enmarcado con colores fuertes e intensos. Fuente: ElMexicano