España.- Eran las
16.30 del pasado domingo y José Ángel Gallardo, alias el Ratón
de 34 años, apuraba una cerveza en el Bar Pepín de la localidad
cordobesa de Villarrubia, mientras contaba a uno de los
camareros, Alfonso, que acababa de decapitar a su pareja, Rocío
Torrera, de 30 años, con quien apenas llevaba un año de
relación.
El diario ABC dio a conocer la
noticia que en un principio no fue creída por los testifos. Fue
hasta que varios de los clientes salieron del bar y vieron un
charco de sangre en la calzada, que comprendieron de inmediato
que no se trataba de ninguna broma macabra.
Horrorizados, descubrieron junto
al bar una bolsa en cuyo interior estaba la cabeza de la
víctima. Y lo que resultaba aún más siniestro: muy pronto todos
repararon en que esa bolsa era la misma que llevaba “El Ratón”
cuando llegó al local para tomarse unas cervezas.
Más tarde trascendió otro
detalle: el criminal, un tipo de poca corpulencia y que en 2007
intentó quemar a sus padres en su casa aunque un juez lo
absolvió por falta de pruebas, habría llevado también el
singular “equipaje” a casa de su familia.
Según las primeras
investigaciones, el Ratón utilizó para perpetrar su espantoso
crimen un cuchillo de grandes dimensiones. Horas antes, la
pareja había almorzado en casa de los padres del criminal y se
marcharon en una motocicleta hacia El Higuerón.
Aunque se ha comentado que vivían
en un piso, fuentes policiales consultadas por ABC indicaron que
podían estar residiendo en una nave de la zona que un tío de la
joven les prestó. Tenían dos hijos y no consta denuncia alguna
por malos tratos.
Tras el crimen, José Ángel, un
sujeto con fama de mujeriego, que además tenía problemas con las
drogas -aunque se estaba rehabilitando-, avisó a su hermano y le
anunció que iba a suicidarse. Sin dar tiempo a que pudiera
reaccionar, el Ratón corrió campo a través y subió a una torreta
de alta tensión, donde permaneció durante un tiempo.
La Policía había detectado su
rastro y lo localizó en ese punto. “Si no me dejas, me tiro”,
amenazó a los agentes. Segundos después caía desde 30 metros de
altura tras haber recibido una descarga eléctrica letal. El arma
asesina estaba junto a la base del poste eléctrico y, según
fuentes policiales, “era compatible con las lesiones que
presentaba la víctima”.
Asesino y víctima recibieron
sepultura ayer por la tarde, mientras decenas de personas se
concentraban en el bulevar Gran Capitán de la localidad en
protesta por la víctima número 50 de la violencia de género. Las
reacciones de las fuerzas políticas se sucedieron a lo largo de
la jornada.
Hundidos por la tragedia, los
padres y uno de los hermanos de Rocío, llamado Juan, no se
explicaban, en el Tanatorio de Alcolea, cómo José Ángel Gallardo
había sido capaz de cometer un acto tan brutal.
Sentado en un banco, a la espera
de noticias sobre la autopsia, el padre de la joven aseguraba a
ABC que hacía tan sólo dos semanas que había estado con su hija
y El Ratón sin que nada hiciera presagiar el trágico final.
“Si yo llego a ver lo más mínimo,
éste no hace esto; no llega»” se lamentaba, a la vez que daba a
entender con gestos la escasa corpulencia y la baja estatura del
asesino de su hija: “era un mierda de tipo”.
Juan, por su parte, aseguraba que
llevaban muy poco tiempo juntos, incluso menos de un año, y que
sabían que el criminal tenía antecedentes agresivos, así como
problemas con las drogas.