'BULLYING' CADA
VEZ MÁS AGRESIVO Y DESDE MÁS PEQUEÑOS
SEP-DF:
La violencia entre alumnos se ve desde kínder; se agrava en primaria
y secundaria
La violencia y maltrato entre
estudiantes, el llamado bullying, se encuentra en crecimiento y cada
vez afecta más a los niños de menor edad de escuelas públicas y
privadas, según estudios de la Secretaría de Educación del Distrito
Federal (SEDF).
De acuerdo con Gabriela Rodríguez
Zúñiga, coordinadora del Programa de Escuelas sin Violencia, aunque
siempre han existido este tipo de acciones, era más frecuente verla
entre adolescentes, sin embargo, ahora se ve más en los niños de
nueve años, incluso de cuatro.
“Estamos entrando en preescolar y el
bullying empieza en ese nivel y se agrava en primaria y secundaria o
ya es más evidente, con consecuencias cada vez más graves, con
cuadros de depresión de tiempo más prolongado, intentos de suicidio,
riñas o rasgos físicos irremediables, crónicos, trastornos
alimenticios y aumento en adicciones”.
Hace pocos meses la SEDF concluyó
junto con la Universidad Intercontinental el primer estudio sobre el
tema realizado entre estudiantes de primaria y secundaria de la
ciudad y actualmente realiza otro, con otra institución educativa,
en nivel preescolar, cuyos resultados estarán listos a finales de
este año.
Algunos de los casos
Jorge cursó el segundo grado de
primaria en la escuela Victoria Tepeyac, donde durante varios meses
sufrió el maltrato de su grupo de “amigos” o “manada”, como lo
llama. Fue poco antes de concluir el ciclo escolar que este niño, de
ocho años de edad, decidió externarlo a su mamá, cansado de ser el
esclavo del clan y de tener que pagar seis pesos por día a uno de
sus compañeros para que jugara con él.
A lo largo del ciclo Jorge —quien es
solitario y tímido— además sufrió tres infecciones urinarias, según
su mamá, debido a que sus maestras le impedían salir al baño y era
castigado a mitad de recreo frente a la pared por correr en el
patio.
Los reportes hechos a las maestras no
tuvieron respuesta, por lo que en casa comenzaron a trabajar para
aumentar la seguridad y autoestima de este pequeño, que en el ciclo
escolar 2010-2011 acudirá a una nueva escuela.
Jorge no sabe que su situación se
repite en el 44% de los estudiantes y que el 99% es receptor,
generador u observador de este tipo de conductas agresivas, que son
repetitivas e intencionales.
Blanca es el caso contrario, porque
ella es quien reparte los zapes, los empujones y las patadas a
quienes considera débiles, les quita sus cuadernos o esconde
mochilas. Esas actitudes le ha valido ser catalogada como una
jovencita problema en su plantel, de corte público, y las repetidas
llamadas de atención a sus padres han provocado que ellos decidieran
cambiarla en varias ocasiones, para al final sacarla de estudiar.
El código del silencio
Según Rodríguez Zúñiga, ni los
receptores ni los generadores de violencia y mucho menos quienes la
atestiguan se atreven a expresar lo que pasa: “nadie lo dice porque
tienen miedo a represalias”.
Sin embargo, existen diversos
factores que revelan si una persona es víctima de bullying, como
desinterés por la escuela, bajo rendimiento, marcas de golpes,
materiales escolares rotos, objetos perdidos y dificultad para
dormir.
Cuando se llega a romper ese código
de silencio, como sucedió con Carlos, por desgracia, explica, muchos
no encuentran respuesta a su problemática, porque los padres o no
saben qué hacer o ven como normal que su hijo enfrente violencia por
sus iguales y prefieren esperar a que con el tiempo se resuelva.
Fue por eso, afirma, que se creó un
modelo integral de intervención educativa en la SEDF, que incluye el
primer macroestudio hecho en nuestro país, así como un foro, una
línea telefónica con contención emocional y orientación, además de
entrevistas sicológicas para integrar grupos terapéuticos.
Actualmente se trabaja en 16 grupos
de este tipo, formados por hasta 30 niños víctimas de bullying, con
quienes se trabaja a través de juegos.
Pero la problemática, reconoce,
rebasa la capacidad de atención del gobierno, que este año tiene
como meta realizar acciones preventivas en 400 escuelas de nivel
básico.
Por eso se ofrece capacitación a
instituciones y organismos que cuentan con espacios educativos, a
fin de que repliquen la información que reciben.
En alto riesgo
Para Rodríguez Zúñiga, el peligro que
corren los niños ante la indiferencia de los padres y los maestros
es que pueden tener tal afectación sicológica que presentan cuadros
depresivos que los llevan al intento de suicidio. Algo que siempre
está presente es que quienes reciben este tipo de violencia
psicoemocional o física, amedrentamiento, exclusión o indiferencia
es la depresión, lo que afecta el rendimiento escolar e incluso ha
sido la causa de deserciones, explica.
La especialista señala que cada vez
es más frecuente que los padres cambien de escuela a sus hijos en el
mejor de los casos, o los den de baja definitiva al no encontrar una
solución.
Pero también se registran casos en
los que los padres presentan denuncias judiciales contra los
agresores y los maestros, por lo que se ha integrado una red con la
Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), el
sistema para el Desarrollo Integral de la Familia en el Distrito
Federal (DIF-DF) y la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal (PGJDF) para analizar cada situación.
“No hay una ley al respecto, ni
siquiera una iniciativa, como en otros países, pero hemos encontrado
algunos caminos para hacer frente al fenómeno… la Comisión revisa
con la SEP cómo va el caso, por eso nosotros damos énfasis en el
tratamiento y la prevención”.
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