SECUESTROS. EL
GRAN NEGOCIO
El plagio es un negocio en boga
que se ha masificado: un delito ya no sólo cebado en los ricos, sino
también en los sectores de ingresos medios y bajos de la sociedad
mexicana.
El secuestro tal vez no sea una
industria, pero sí es un terrible y gigantesco negocio de criminales
que llegan a obtener, en conjunto, más de 697 millones de pesos
anuales de ingresos ilícitos. La razón es la impunidad: sólo se
castiga, en el mejor de los casos, uno de cada 10 plagios. En los
últimos cuatro años los secuestros denunciados crecieron 147 por
ciento, según datos del Consejo Nacional de Seguridad Pública.
La presidenta de la asociación civil
Alto al Secuestro, Isabel Miranda de Wallace, informó hace unos días
que “si estamos hablando de que prácticamente el 98 por ciento de
los casos de secuestro queda impune, es evidente que los
secuestradores le apuestan a que en este país pueden secuestrar y
casi nunca ser perseguidos ni mucho menos condenados”.
No asombra, entonces, que las bandas
de secuestradores tengan enormes ganancias. De acuerdo con un
estudio de la Procuraduría General de la República (PGR) que
presenta datos de 2009 y 2010, en promedio el monto de los pagos en
los rescates oscila entre 300 mil y 600 mil pesos. Según cifras del
Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) correspondientes a
2009, en promedio hay al menos tres plagios diarios denunciados en
el país. Esto implica que los secuestradores en su conjunto
obtienen, por los cerca de mil 163 secuestros anuales denunciados
que perpetran (cifra del 2009), entre 348.9 y 697.8 millones de
pesos anuales. Desglosado, un millón 911 mil pesos es el ingreso
promedio diario máximo que tienen los secuestradores mexicanos en su
conjunto, y 955 mil 890 pesos es su ingreso promedio diario mínimo.
MASIFICACIÓN DEL SECUESTRO
Además, el secuestro dejó de ser,
hace ya tiempo, cosa de ricos. De acuerdo a las organizaciones de la
sociedad civil que se dedican a atender a las víctimas de este
flagelo criminal, el secuestro se masifica. Los plagiarios han
optado cada vez menos por secuestrar a personas con sólidos recursos
económicos, ya que disponen de fuertes medidas de seguridad, en
tanto que los ciudadanos de clase media y media baja no pueden
protegerse de la misma manera. Por esto los criminales deciden
secuestrar a más personas por montos más bajos; pero al sumar el
volumen de sus ganancias, su negocio resulta igual o más redituable
que antes, pero con menos riesgos.
Según un análisis de la PGR elaborado
con cifras de 2008 (algunas de las cuales fueron publicadas en un
reportaje de MILENIO Diario), 52
por ciento de los secuestrados no forman parte de los sectores
económicamente altos o muy altos, sino que se trata de gente de
niveles medio alto, medio, medio-bajo y bajo. También debemos
señalar que 12 por ciento de los plagiados son empresarios, 28 por
ciento son estudiantes, cinco por ciento son amas de casa, dos por
ciento son agroindustriales y uno por ciento son ganaderos.
Esta masificación del secuestro ha
provocado que el temor a ser plagiado se extienda. De acuerdo con la
más reciente encuesta de Consulta Mitofsky, elaborada para México
Unido Contra la Delincuencia (MUCD), la mitad de los mexicanos, 54.5
por ciento, tiene miedo a ser secuestrado. Roy Campos confirma que
así se desprende de la Encuesta Nacional Sobre Inseguridad (ENSI)
2010, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), cuyos resultados fueron dados a conocer parcialmente hace
unos días.
CIFRAS NEGRAS, NÚMEROS ROJOS
Organizaciones civiles dedicadas a
atender este problema dicen que la cifra negra es mucho mayor a las
oficiales. El Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la
Justicia Penal (CCSPJP) afirma que los casos son cerca de mil 514;
es decir, cuatro por día. La diferencia radicaría en que algunos
gobiernos estatales reportan mal sus cifras o las maquillan. Por
ejemplo, el gobierno de Oaxaca consignó 33 casos y el de Zacatecas
31, mientras que el CCSPJP documentó en esos estados 51 y 40
denuncias, respectivamente.
La señora Miranda de Wallace confirma
que en el caso del secuestro la cifra negra es enorme, ya que sólo
es denunciado 15 por ciento de los casos. De ser así, el número real
de secuestros cometidos el año pasado habría sido de alrededor de
siete mil 745 casos, lo que equivale a 21 secuestros diarios en todo
el país, casi uno por hora. Si se toma el dato por bueno, los
secuestradores, en su conjunto, habrían tenido ingresos mínimos por
dos mil 323 millones de pesos, y máximos por cuatro mil 647 millones
de pesos anuales en todo el país.
Por su parte, el Instituto Ciudadano
de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI) considera que la cifra
negra es menor, ya que se denuncia 30 por ciento de los casos. De
ser así, los secuestros el año pasado habrían sido al menos tres mil
876, mínimo 10 al día. En este caso, los criminales habrían saqueado
a las familias afectadas en todo el país con un mínimo de mil 162
millones de pesos, y un máximo de dos mil 325 millones.
El problema empeora: en 2010, hasta
octubre, el SNSP contabilizaba 902 casos, lo que habrá representado
entre 270.6 y 541.2 millones de pesos de ingresos para los
secuestradores en lo que iba del año. En el resumen de la incidencia
delictiva anual, el SNSP hace comparaciones anuales. De enero a
junio del 2009 contabilizó 583 plagios, mientras que en el mismo
periodo de 2010 documentó 674 secuestros, 15.6 por ciento más, lo
que significa 15 por ciento más de ganancias para los criminales. A
ese ritmo, al concluir este año podría haber denunciados cerca de
200 secuestros más que en 2009, alrededor de 16 más por mes, un
total de mil 344 plagios denunciados. Y eso representaría, al final
del año, que los secuestradores habrían despojado a las familias
mexicanas de entre 403.2 y 806.4 millones de pesos.
UNO, DOS, TRES, MIL SECUESTROS
En entrevista con
M Semanal, Orlando Camacho,
director de México SOS, organización creada por el empresario
Alejandro Martí, explica así el fenómeno de la masificación del
secuestro: “Primero, en el origen, el secuestrador va sobre la gente
que tiene dinero fuerte. Cuando esta gente se empieza a proteger,
porque tiene la capacidad económica para hacerlo, ya no es tan
fácil. No es que la autoridad haya actuado sobre el secuestro, lo
que pasa es que estas personas, que tienen la posibilidad de
protegerse, lo hacen: traen escoltas, “guaruras”, rutas, coches y
blindajes; en fin, una serie de cuestiones. Para los secuestradores
ya no es lo mismo entrar ahí, ¿y qué pasa? Pues que, como el delito
del secuestro sigue impune y es redituable, van contra quienes no
están protegidos. Y el secuestro empieza a bajar así, literalmente,
de niveles socioeconómicos. Entonces la mayoría, que anda sin
ninguna protección y que a lo mejor tiene 200 mil pesos o hasta un
millón de pesos, queda expuesta. No son los tres o cuatro millones
de dólares de antes, pero los secuestradores empiezan a hacer la
suma…”.
JPBA: A ganar por volumen…
OC: Ganan mucho, no en un secuestro,
sino en muchos pequeños secuestros. Hemos encontrado en algunos
secuestradores que ya lo toman como un trabajo y hacen sus cuentas:
“Voy por mi volumen: mensualmente voy a hacer tres, cinco u ocho
secuestros, depende; según lo que tengo y necesito, ajusto y con eso
estoy de maravilla”. Es terrible, pero debido a la impunidad, por
supuesto que es bastante redituable.
JPBA: Hay un estudio de la PGR que detalla
que la gente rica y muy rica secuestrada ya es, cuando mucho, 48 por
ciento de los casos. ¿Lo han detectado ustedes?
OC: Así es. La mayoría de la gente
que nos habla, 95 por ciento, son personas de niveles medio a bajo.
Así de fácil. Es gente con secuestros que van desde 20 mil hasta el
medio millón de pesos. Ya difícilmente te dicen que su problema fue
de un millón de pesos. Hemos detectado que el secuestro es un
problema real que se ha extendido, lo que es muy grave. Lo que pasa
es que son secuestros de bajo impacto que no son denunciados en 85
por ciento de los casos. La cifra negra en México hace que este
delito se tenga que multiplicar hasta entre ocho y 10 veces por cada
delito denunciado, lo que es una barbaridad.
José Antonio Ortega, presidente del
CCSPJP, narra: “Tengo el asunto de una señora Florencia, de Chalco,
a la que le secuestraron a su hija de 14 años, Gaby. La violaron y
hubo tentativa de homicidio; los plagiarios la tiraron en Cuautla,
pensando que estaba muerta. La mamá es de bajísimos recursos, de
origen indígena. Se dedicaba a lavar ropa. Le pidieron 80 mil pesos.
No los iba a conseguir nunca. No les dio nada porque nunca tuvo
nada”.
También en entrevista con este
semanario, Roy Campos, en su calidad de vocal designado por el MUCD
para hablar del tema, narra el problema de las ganancias de los
plagiarios y la extensión del secuestro a todas las capas de la
sociedad: “Mira, así no podemos hablar de un tipo de cárteles del
narco en México, ni tampoco se puede hablar de un tipo de
secuestrador. Hay secuestradores de alto impacto, quienes hacen una
investigación, siguen a un empresario y no les importa si lo sueltan
muy rápido, porque es un secuestro que pueden mantener durante mucho
tiempo y hacer negociaciones largas. O sea, es un secuestrador
profesional, que requiere de gastos y asume sus riesgos. Por otro
lado están los secuestradores ‘rápidos’, que son los más crueles,
que pueden pedir poco y tener secuestradas a 10 o 12 personas al
mismo tiempo. Impresionante”.
JPBA: Tienen casas de seguridad con 10 ó 12
plagiados…
RC: Deja casas de seguridad,
¡hoteles! Tienen uno en donde, en todo un piso, guardan a varios, o
en cada piso tienen a un secuestrado. Conocimos un caso de un
secuestrado en la Ciudad de México que nos decía: “Me tenían en un
hotel donde uno de los secuestradores iba de cuarto en cuarto
negociando, y a cada secuestrado lo tenían amarrado a una cama”.
Impresionante.
JPBA: La impunidad…
RC: La rentabilidad es la impunidad;
pero, además, para estos secuestradores plagiar a varios por montos
menores se vuelve menos riesgoso y más rentable. Y cuando hablas de
los niveles económicos, si fuera cierto lo que algunos todavía dicen
en el sentido de que el secuestro afecta sólo a los ricos, no
entenderíamos entonces por qué 50 por ciento de las personas de
nivel económico pobre (según la encuesta que Consulta hizo para MUCD,
dada a conocer hace unos días) tienen miedo a ser secuestrada: lo
tienen porque ven que a ellos también les toca ya.
JPBA: Entonces ahora los secuestradores van
por el volumen de sectores más bajos…
RC: Ahora van por el volumen, por la
masificación, por los rescates más bajos de rápida solución; es un
delito que además no se denuncia por el miedo.
JPBA: ¿Cómo ocurre esta masificación, qué han
medido ustedes? ¿Está ligada a los problemas económicos?
RC: Sí. Imagínate que no tienes
empleo, que le cuentas a tus cuates, y uno de ellos te dice: “Oye,
¿y no conoces a alguien? Tú dinos de alguien”. Yo tengo un caso muy
cercano en el Estado de México: este cuate tenía una taquería y su
empleado primero mandó secuestrar a un doctor que era cliente, y lo
mataron; luego mandó a secuestrar al hijo del dueño de la taquería,
al hijo de su patrón… Además, esto envuelve cada vez a más gente:
está la señora que no tiene nada que hacer, que no consigue trabajo
para mantener a sus hijos, y le dicen: “Oye, pues haz de comer todos
los días, y tráenos la comida a esta casa”, y esa señora siente que
no está haciendo nada malo, que lo único que hace es su olla de
caldo de pollo que le lleva a los secuestrados y a sus captores
todos los días. Entonces, además, hay una descomposición social y de
valores en aumento.
Isabel Miranda de Wallace lo dibuja
así: “Las bandas de secuestradores se han transformado: ahora esa
actividad se ha convertido en un ‘asunto de familia’. El papá y el
hijo mayor plagian a la víctima, la madre le da de comer, y los
niños aprenden a vivir cuidando a un sujeto amordazado y
encadenado...”.
Cifras
52%
de los secuestrados no forman parte de los sectores
económicamente altos o muy altos, sino que se trata de gente de
niveles medio alto, medio, medio-bajo y bajo
12%
de los plagiados son empresarios.
28%
son estudiantes.
5%
son amas de casa.
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