¿QUE ES LA
URINOTERAPIA?
La ingesta de orina y de placenta
son formas de la antropofagia. Según sus practicantes, son medicina
alternativa
MÉXICO, D.F.- Es un líquido al que
algunos le atribuyen un poder curativo cuando se ingiere: mejora el
proceso de filtrado de la sangre por el riñón; actúa como limpiador
en hígado, bazo y páncreas; favorece la movilidad intestinal y ayuda
incluso a eliminar residuos de alimento acumulados y solidificados.
Dependiendo del padecimiento será el tipo de dosis. Esa sustancia,
que pareciera milagrosa, no se consigue en los mercados ni en las
farmacias sino en el propio baño de la persona enferma: se trata de
la orina.
Beber la orina como terapia es un
método utilizado por la llamada medicina alternativa que, a la luz
de nuestra civilización, de acuerdo con el maestro en antropología
José Eduardo Tappan, podría considerarse un tipo de antropofagia, es
decir, una práctica que tolera comer partes del cuerpo humano y lo
que éste produce.
La orinoterapia no es propia de
comunidades indígenas, sino de zonas urbanas en las que incluso, con
la llegada de prácticas naturistas, se propone la ingesta de la
placenta humana como fuente de vida porque ahí se contienen las
células madre.
A muchos podrían desagradar esas
prácticas, pero no tanto como el horror que produce conocer un caso
extremo de canibalismo como el ocurrido en la Ciudad de México en
2007, cuando los medios de comunicación informaron de la vida de
José Luis Calva Zepeda, un hombre que descuartizó a su novia y la
cocinó en su departamento de la colonia Guerrero.
“La práctica caníbal implica cometer
un delito. Las personalidad de los victimarios habitualmente es
psicópata”, dice el criminólogo Martín Barrón, investigador del
Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe).
Los psicópatas tienen un trastorno de
la personalidad que les impide socializar con facilidad, pero además
difícilmente sienten remordimientos. Interactúan con las demás
personas como si fuesen cualquier otro objeto, las utilizan para
conseguir sus objetivos, la satisfacción de sus intereses.
Históricamente el canibalismo ha sido
practicado en todo el mundo: en África, en las islas del Océano
Pacífico, y también en las civilizaciones antiguas de América, en la
cuenca mediterránea de Europa y en Finlandia.
Una práctica ancestral
“Comer o ser comido era ley en el
territorio. El culto cristiano casi no progresaba y más bien parecía
retroceder. Los jefes que se decían cristianos y eran aceptados en
el seno de la Iglesia tenían la perturbadora costumbre de reincidir
en sus viejas creencias con el fin de saborear la carne de alguno de
sus enemigos favoritos”.
Esa es una cita extraída de un cuento
de Jack London que evoca momentos de una parte de la historia de la
humanidad en las islas Fiji, donde las personas podían ser cocinadas
y comidas sin prejuicio social.
En esas islas ubicadas en el Pacífico
Sur, como en el México prehispánico, se practicaba la antropofagia
como parte de rituales mágicos, militares o religiosos que
justificaban ese hecho.
Miguel Botella, director del
laboratorio de antropología física de la Universidad de Granada, en
España, quien colaboró en una investigación con la UNAM y el
Instituto Nacional de Antropología e Historia, ha explicado que,
luego de los sacrificios rituales en los que se ofrecían los
corazones de la víctima a las deidades, se cocía el resto del cuerpo
con maíz y era repartido entre todos los participantes en el acto
“como en la comunión cristiana” o sólo entre algunos sacerdotes.
En las islas polinesias, por ejemplo,
se comían sólo algunas partes del cuerpo. Los nativos devoraban las
partes del cuerpo con las cualidades que pretendían introyectar si
los guerreros querían hacerse de algunas de las virtudes de sus
adversarios, como los sesos, los muslos y las nalgas.
Costumbres prehispánicas
En sus múltiples investigaciones, la
historiadora Elsa Malvido ha documentado que los pueblos
precolombinos recurrían al endocanibalismo (comerse a alguien del
propio grupo). La práctica se presentaba, de acuerdo con la
especialista, cuando alguien del colectivo moría. A eso lo llamaban
“comerse al muerto” y se hacía de dos maneras: lo consumían fresco o
después de un año.
En el segundo caso, el consumo se
realizaba luego de un año, cuando había pasado el proceso rápido de
cadaverización y esqueletización. Se molían los restos y se
integraban al que llamaban mezquitamal o harina hecha a partir de la
trituración de los frutos del mezquite mezclados con huesos y maíz.
El exocanibalismo, que era el consumo
de personas ajenas al grupo, se daba durante el periodo de guerra,
cuando se capturaba a los enemigos. Esta práctica ocurría
principalmente entre los apaches y los comanches.
No se pueden omitir las referencias
de los remedios de brujas en el siglo 19 que pedían para ciertos
remedios carne de guillotinado o de ahorcado. “No porque haya sido
una condición a lo largo de la historia hoy deja de ser patológico.
Ha adquirido una nueva significación. Los planos simbólicos han
cambiado. Cualquier persona que efectúe este tipo de rituales cae en
un cuadro patológico, pues aunque haya raíces históricas, ya no
están convocados, como sus ancestros, en las mismas circunstancias”,
explica José Eduardo Tappan.
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