El sargento del Ejército —cuyo nombre no se ha dado a conocer—
está bajo custodia acusado de matar a 16 civiles, la mayoría de
ellos niños y también por quemar muchos de los cadáveres.
Mohammad Zahir aseguró que vioo al soldado cuando entró en su
casa para recorrerla metódicamente, inspeccionando cada dormitorio.
"Escuché un disparo (en el exterior). Cuando salí de mi
habitación, alguien entró a nuestra casa. Tenía su uniforme de la
OTAN. No le vi el rostro porque estaba oscuro" , dijo.Zahir, de 26
años, agregó que rápidamente se ocultó en el corral de los animales.
"Después de eso, lo vi moviéndose a diferentes áreas de la casa,
como si estuviera buscando algo".
Su padre, que no estaba armado, dio un par de pasos afuera de la
habitación y el soldado le disparó.
"El no tenía nada en sus manos, ni siquiera una taza de té", dijo
Zahir.

"Amo a mi padre, pero estaba seguro de que si yo salía, me
hubiera atacado a disparos a mí también. Por eso esperé", dijo.
Su madre trató de meter a su padre a la habitación y lo ayudó a
cubrir la herida con ropa.
El hombre logró sobrevivir.
Después de que el soldado se fue, Zahir escuchó más disparos
cerca de la casa y se quedó oculto un momento más para asegurarse de
que el militar se había ido.
El nombre del soldado de 38 años de edad no fue revelado porque
sería "inapropiado" hacerlo antes de que se presenten cargos, dijo
el portavoz del Pentágono, George Little.
El tiroteo sucedió en dos poblados cerca de una base militar de
Estados Unidos. Un furioso presidente afgano Hamid Karzai lo
calificó de "asesinato, la matanza intencional de civiles inocentes"
que no puede ser perdonada.
Demandó una explicación a Washington por las muertes, que
incluyeron a nueve niños y tres mujeres.
La matanza del domingo en la provincia sureña de Kandahar ocurrió
en medio de un creciente rechazo a Estados Unidos alimentado por la
quema de ejemplares del Corán y por un video que supuestamente
mostraba a infantes orinando sobre cadáveres de talibanes.