¿CÓMO SABER SI ES
AMOR VERDADERO?
El amor tiene muchos rostros, se manifiesta en pequeñas y
grandes acciones, en
relaciones duraderas y fugaces. Una de las formas de
amor que más preguntas despierta es la del
amor de pareja. Lo
sentimos, pero a veces dudamos si es o no "verdadero", ¿es sólo
deseo, atracción, compasión, necesidad de llenar un vacío,
miedo a la soledad?
Creo que el amor no tiene mucho que ver con la
estabilidad. Incluso después de los primeros encuentros, se
llega a una etapa menos apasionada, pero nunca a un letargo. El amor
nos sacude, nos liga a otra persona en una historia donde la
racionalidad no opera. Entonces, ¿dónde radica la "certeza" de
que es amor y no otra cosa? Buscando respuestas, me encontré con un
artículo en la revista psychologies.com que habla sobre cinco
criterios que nos ayudarían a distinguir si lo que sentimos es
amor verdadero.
1. Es un misterio. Lo sentimos, lo vivimos, pero no podemos
saber a ciencia cierta qué es, dónde se aloja, cómo se mueve. Y es
que
amar nos liga con lo inexplicable. Uno se siente atraído por
alguien, no sólo por su imagen ni por lo que simboliza (el padre, la
madre, el poder, el dinero), sino porque guarda un secreto que no
podemos nombrar, un secreto que va a encontrarse con el nuestro: una
nostalgia de algo que tuvimos alguna vez y que queremos
reencontrar. Algunos le llaman "completud", pero, curiosamente, ésta
no tiene que ver con un vacío que el otro debe llenar (la media
naranja, la otra mitad), sino con la misteriosa manera en que el
otro llena sus propios vacíos y cura sus heridas. Amar
verdaderamente es interesarse en el otro, no usarlo para calmar la
angustia.
2. Miedo a la pérdida. El amor implica un
riesgo, sentimos vértigo y a veces lo rechazamos. Incluso
podemos destruir el amor cuando el miedo es más fuerte, lo
saboteamos porque necesitamos protegernos del
poder exorbitante que ejerce sobre nosotros. El amor invita a
salir de uno mismo, a abandonar la comodidad de las manías, a
cuestionarse "quién soy". Esta es una forma muy sutil de muerte, una
muerte simbólica (los viejos esquemas tienen que morir para dar paso
a nuevas
percepciones), quizás por eso mucha gente se encuentra mejor en
soledad. Y es que el amor es más que un contrato de convivencia, es
algo que nos pone en riesgo: tememos perdernos en el otro. Por eso,
cuando uno de los dos duda, no quiere decir que no ame, tal vez se
trata de una reacción defensiva.
3. Lo desconocido. Se dice que al cabo de dos o tres años de
relación, la
pasión o el enamoramiento se terminan y en su lugar quedan el
cariño, la ternura. Pero no hay nada escrito, el amor toma rutas
desconocidas. Nadie puede decir que es amo y señor de sus
sentimientos; el simple hecho de estar vivos nos hace seres
cambiantes, desconocidos incluso para nosotros mismos (quién no ha
escuchado hablar de los
amantes maduros que de pronto vuelven a enamorarse como
adolescentes). Sin embargo, también hay quien desconfía del amor,
tal vez porque heredó un pasado que le impide creer en sí mismo y en
el otro. Para
amar verdaderamente hay que creer en el amor como en un milagro,
ser paciente, dejarse sorprender por lo desconocido.
4. Vivir el deseo.
Amar al otro es desearlo enteramente. No hay amor sin cuerpo.
Los amantes que se entregan al otro viven un gozo suplementario. Los
límites se pierden en el acto, no se sabe de quién es el cuerpo que
goza; los miembros se confunden, el amor se vuelve un cuerpo.
También existe el acto sexual sin amor. Ahí, el
placer nos lleva al clímax, se van las tensiones, nuestro cuerpo
se renueva. Sin embargo, cuando se ama, el encuentro de los
cuerpos lleva a un éxtasis en el que el placer de uno ocurre a
través del placer del otro. Por otra parte, se piensa que el amor
disminuye cuando baja el deseo. Sin embargo, la psicoanalista
Monique Schneider afirma que "cuando se ama, hay momentos de
alegría en los que la simple existencia del ser amado nos llena
por entero". De acuerdo con el Dr. Jean Jacques Moscovitz, muchas
mujeres disocian amor y deseo por miedo a que el deseo las haga
desaparecer como individuos; a veces se sienten vulnerables como
niñas y entonces el amor se vuelve adoración; otras migran a una
forma de amor casi maternal, como si la pareja viviera en su
interior. Pero es solo un periodo, aclara Moscovitz, "porque el
deseo renace cuando menos se espera, nada puede detener o calcular
su dinámica de flujo y reflujo".
5. Siento que existo. El amor verdadero es una experiencia
que nos legitima en el mundo, nos da la ilusión de ser únicos. El
otro se convierte en un ideal de carne y hueso, nosotros existimos
gracias a su mirada. El amor nos devuelve a ese estado de la
infancia en el que estamos convencidos de nuestro
poder, y pensamos que si el otro no existiera, el mundo estaría
incompleto. Los amantes tienen la convicción de haberse elegido uno
al otro, se reconocen, se valoran, se consideran irremplazables,
sienten que han encontrado un tesoro y que ya no están solos. El
otro nos entrega su mundo, nos abre horizontes a través de
emociones e intensidades que no conocíamos antes. Es como si
hubiésemos "despertado". Fuente
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