CUÁNTO CUESTA EL
CAMBIO CLIMÁTICO EN MÉXICO
Calcular los costos del
cambio climático para las economías de los países puede
alentar la acción de gobiernos y ciudadanos a tomar acciones en
materia
climática. Sobre todo cuando las cifras hablan de miles de
millones.
Un ejemplo de esas iniciativas es Reino Unido, que ha comenzado a
implementar algunas políticas públicas dentro y fuera de su
territorio para cumplir con sus compromisos internacionales en
materia de reducción de emisiones de carbono a una atmósfera sin
fronteras políticas.
Adrián Rodríguez Montfort, representante del primer secretario
para el
Cambio Climático Desarrollo Sustentable, Energía y Proyectos de
la Embajada del Reino Unido en México, aseguró que, a pesar de los
datos sobre los efectos del calentamiento global en la sociedad y la
economía, los gobiernos siguen sin diseñar e implementar políticas
públicas eficientes que representen acciones concretas en el corto,
mediano y largo plazo.
En el caso de
México, el cambio climático supone un costo superior a los
60,000 millones de dólares cada año, cifra equivalente al 6% del
Producto Interno Bruto (PIB), según cifras de la Presidencia de la
República.
El gobierno británico sostiene que es tres veces más caro esperar
a remediar el problema que invertir para prevenirlo. La ecuación es
la misma en México, pero con un mayor riesgo de que el costo a largo
plazo para enfrentar las consecuencias se incremente, por ser una
economía emergente.
Por ello México optó por investigar los efectos que el cambio
climático y la falta de políticas de
sustentabilidad tienen en el ámbito del desarrollo económico.
Así nació en 2008 el reporte La
economía del cambio climático en México, estudio coordinado por
Luis Miguel Galindo Paliza, investigador de la Facultad de Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y mejor
conocido como el Reporte Galindo.
Por vez primera, las Secretarías de Hacienda y Crédito Público, y
de Medio Ambiente y Recursos Naturales se unieron para solicitar
este estudio, fundamental para cumplir los compromisos de México
ante la comunidad internacional y ante su propia ciudadanía.

En él participaron el Centro Mario Molina, el Instituto Nacional
de Ecología y el Centro de Estudios de la Atmósfera de la UNAM. Los
recursos financieros provinieron tanto de la Semarnat como de la
cooperación internacional de Reino Unido y del Banco
Interamericano de Desarrollo. Se contó también con el apoyo técnico
del Banco Mundial y de la Comisión Económica para América Latina y
el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas (Cepal).
Reino Unido es el único país en el mundo que ha puesto en vigor
reglas jurídicamente vinculantes para enfrentar los peligros del
Cambio Climático. La legislación británica vigente (Climate Change
Act) proporciona un marco legal para asegurar que el gobierno
cumpla sus
compromisos. Gracias a estos estatutos, Reino Unido se ha
comprometido a reducir en un 80% sus emisiones de dióxido de carbono
para 2050.
“Si México no empieza a tomar acciones tempranas estamos hablando
que para 2100 el costo por remediar el daño será el 4% del PIB
total, eso se tendrá que invertir sólo para remediar los efectos
adverso”, advirtió Rodríguez Montfort.
“El cambio climático afectará directamente a la productividad de
cualquier empresa pues los
recursos cada vez serán más escasos y, por ende, más caros.
Tener una mentalidad de empresa sustentable tiene beneficios reales
en este momento, medibles y comprobables hacia un futuro”, aseguró
el representante del gobierno británico, que participó en la XXXV
Semana Nacional de la Energía Solar que se lleva a cabo en la
capital chihuahuense.
Acciones para un mercado verde
En Reino Unido, el valor del llamado “mercado verde” es de 112
millones de libras esterlinas por año (unos 175 millones de
dólares).
“La industria verde tiene beneficios reales para las empresas.
México aun tiene un mercado muy joven donde las primeras empresas
que empiecen a tomar estas ventajas competitivas podrán conformarlo
y delinearlo. A Reino Unido le interesa que México sea un socio
competitivo, lo que no sucederá mientras no se apueste a una
economía sustentable”, señaló el funcionario de la embajada
británica.
Durante la Decimosexta Conferencia Mundial de las Naciones Unidas
para el Cambio Climático (COP 16), realizada en México en 2010, se
acordó que los países desarrollados aumentarían la inversión en las
economías emergentes. Reino Unido invertirá 2,900 millones de libras
esterlinas (casi 4,500 millones de dólares) en todo el mundo
—durante los próximos tres años- para financiar capacidades
técnicas, transferencia de
tecnología y desarrollo de proyectos de energía renovable y
sustentable.
Pero para que los fondos lleguen a países como México, el
gobierno británico tiene una condicionante: el país deberá contar
con políticas internas fuertes acordes con los objetivos de Reino
Unido a nivel internacional.
México ¿candidato para una economía verde?
México podrá tener un perfil adecuado para recibir recursos si
apuesta por consolidar su economía y pintarla de verde, pero ¿cuál
es la receta para ello?

1. Redefinir el concepto de riqueza. Es decir,
dejar de medirla exclusivamente a través del incremento del PIB.
Para entenderlo basta con voltear a ver a China. La economía que más
crece a nivel mundial (entre 8 y 10% anual de incremento en el PIB)
al mismo tiempo cada año duplica el número de sus emisiones de CO2,
y es el país que más gases de efecto invernadero arroja a la
atmósfera. Es muy importante el crecimiento económico, pero no a
costa de agotar los recursos pues, especialistas como Nicholas
Stern —autor del Informe sobre la economía del cambio climático en
2006- le auguran un futuro de eterna dependencia a la importación de
materias primas.
2. Agregar elementos a la ecuación. La
radiografía de una economía funcional es aquella que no solo
considera el crecimiento del PIB en su análisis, sino también el
cuidado y el resarcimiento de los recursos naturales. Esos ahorros
son ganancia para las empresas.
3. Aumentar la eficiencia energética de las empresas.
La economía verde tendrá una redefinición que no significa producir
ni ganar menos, sino gastar menos recursos para producir lo mismo.
4. Alternar las fuentes de energía. Ramírez
Montfort reconoce que no hay todavía suficiente disponibilidad de
energía renovable como lo requieren las economías en crecimiento y
el mercado hace evidente que los
hidrocarburos seguirán creciendo hacia 2050 o 2060. Por ello, la
clave no es insistir en la eliminación del uso de hidrocarburos en
el corto plazo, sino en hacerlo de manera más eficiente, a través de
la aplicación de tecnología de punta y utilizar fuentes de energía
mixtas: renovables y no renovables.
5. Impulsar el crecimiento de la industria verde.
No sólo el costo de la tecnología encarece el uso de las
energías renovables hoy en día. La poca oferta empresarial también
contribuye a ello. Los inversionistas –públicos y privados- deben
replantear su participación en industrias verdes, darse cuenta de la
relevancia que tienen por los
beneficios que genera este mercado. A medida que sea más
necesario contar con este tipo de empresas tendrán que expandirse y
generar empleos verdes. Fuente
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