Cuando pensamos en democracia, seguramente lo primero que nos venga a la mente sea una persona emitiendo un voto o un líder popular hablando en público a las masas que, mediante el sufragio, lo llevaron a ejercer un cargo de gobierno.
Es una palabra de origen griego, que está formada por dos términos: demos (pueblo) y Kratos (gobierno). Tal como su etimología lo explicita, se trata del gobierno del pueblo, es decir, aquel en el cual las personas desenvuelven un rol fundamental.
En los sistemas políticos democráticos, los integrantes de la sociedad participan de manera directa o indirecta en la elección de sus representantes y en las decisiones que luego construyen el futuro y el porvenir de sus estados y países.
Más allá de que la definición de democracia está habitualmente asociada al campo de lo político o gubernamental, la realidad es que todos podemos llevar a cabo prácticas democráticas en nuestros espacios cotidianos.
Democracia y vida cotidiana
Tal como mencionamos, la democracia es un concepto asociado a la equidad, la participación colectiva y la representación popular, por eso, es posible introducir comportamientos democráticos en prácticamente todos los ámbitos que frecuentamos. ¿Quieres saber cómo hacerlo? ¡Te lo contamos!
En espacios estudiantiles
Cuando se trata de ejercer la democracia en ámbitos de enseñanza, las opciones son diversas, ya que pueden incluir no solamente a los alumnos, sino también a los profesores, a los padres de los estudiantes y a los miembros de consejos o cooperadoras estudiantiles.
Por ejemplo, los alumnos pueden elegir al delegado de su aula llevando a cabo una votación entre dos o más candidatos finales, o bien someter a sufragio el destino de su viaje de egreso o el lugar del festejo.
También puede ocurrir que el alumnado se agrupe en un centro de estudiantes cuyos representantes serán la voz de todos al momento de hablar con docentes o autoridades.
Asimismo, los miembros de la junta o cooperadora estudiantil pueden reunirse para resolver temas relacionados al presupuesto o las modificaciones edilicias.
En ámbitos laborales
A pesar de que se crea que estos espacios suelen estar bastante alejados de la democracia, también es posible introducir algunas prácticas democráticas en el trabajo.
Por ejemplo, un jefe o gerente que convoca una reunión con sus colaboradores para saber sus opiniones, o bien inicia una consulta entre empleados para conocer su nivel de satisfacción sobre el salario y los beneficios asociados.
Otra forma de ejercer la democracia en el trabajo sucede cuando se convoca a reuniones paritarias entre patronales y representantes gremiales para discutir las condiciones laborales.
En el hogar
Por último, también es posible implementar la democracia en el interior de nuestros hogares. ¿Cómo? ¡De varias formas!
Si existe un solo televisor en la casa y todos quieren utilizarlo, decidir qué ver en función a lo que quiera la mayoría o bien llegando a un acuerdo de un programa o película que satisfaga todos los gustos.
O bien, cuando se decide destinar un día y horario a la semana para sentarse y compartir un momento en común, en el cual cada miembro exprese lo que siente u opina sobre alguna cuestión trascendental para la dinámica de la familia.