CÓMO ENSEÑARLE A
TU HIJO SER GENEROSO
¿Su hijo pequeño no quiere prestar sus
juguetes a los demás niños? ¿A su hija de pocos años no le
hace ninguna gracia compartir sus dulces con sus compañeras de
colegio?
ESPAÑA.- “Es algo normal, porque la generosidad
infantil comienza a desarrollarse a partir de los 48 o 60 meses de
edad. A partir del quinto año de vida, los padres pueden inculcarle
a sus hijos la capacidad de dar y compartir, predicando con el
ejemplo”, señala Carmen Retuerce, psicoterapeuta del Centro Hara en
Madrid (España).
“Dar y darse sin esperar nada a cambio. Es una virtud que
parece casi utópica, en un mundo donde impera la idea que todo
aquello que hacemos, debe producir
beneficios o aumentar nuestra riqueza, aunque sea
indirectamente”, señala Retuerce.
“Ganar, acumular, producir, gastar, economizar. Son conceptos de la
economía de mercado que marcan nuestras vidas y se han trasladado a
las relaciones, transformándolas en una inversión en la que se
calculan el deber y el haber”, señala la experta.
“La crisis empuja a mucha gente a procurar recibir más de lo que
entrega en su vida social y practicar el “sálvese quien pueda”
pero, dado que el egoísmo y la avaricia están en la raíz de la
crisis, hay que cultivar la solidaridad y la generosidad e
inculcarlas a los hijos, para que no se repita”, indica la
psicóloga.
Dar sin esperar
“Los
niños deben aprender a actuar a favor de otros de forma
desinteresada
y no para conseguir algo a cambio. Para conseguirlo, sus padres
deben educarlos en este valor y aprobar sus pequeños actos de
generosidad para motivarles a seguir por ese camino”, aconseja
Retuerce.
Según la psicoterapeuta, “los pequeños aprenden a vivir con
generosidad, cuando son animados por sus mayores a dar y compartir
su tiempo y cosas con los demás, a ceder sus juguetes en los juegos
y a identificar las necesidades ajenas”.
“También es importante que los
padres les narren cuentos que hablan de la generosidad, y les
expliquen las diferencias y consecuencias de ser egoísta y
generoso”, agrega.
“Lo que más puede ayudar a los niños es que vivan en un
ambiente de participación y servicio a los demás y observen cómo sus
padres ayudan a otras personas y les hacen favores”.
El altruismo y la generosidad no sólo dependen de las enseñanzas de
los padres sino también de los genes que trasmiten a sus hijos.
El
deseo de hacer cosas buenas por los demás podría tener una causa
genética, sugiere un estudio de la Universidad de Bonn (Alemania),
que constató que un cambio minúsculo en un gen se relaciona con una
voluntad significativamente mayor de dar.
Al analizar un gen llamado COMT, los científicos comprobaron que
aquellas personas con un pequeño cambio en dicho gen son el doble de
generosas que quienes no tienen dicha variante.
Según los investigadores, es la primera vez que se comprueba
una relación directa entre genes y altruismo, aunque por estudios
anteriores se sabía que ciertos comportamientos pro-sociales están
en parte vinculados con nuestro código genético o ADN.
Por ejemplo en 2007, un estudio realizado por científicos de Israel
demostró que la generosidad es un comportamiento con un componente
genético, al verificar que existe una relación entre una variación
del gen AVPR1a y la generosidad humana. Fuente
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