SÍNDROME DE SAMO.
CAUSAS, SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO
Se trata de un trastorno afectivo
sexual de carácter minoritario que puede ser un indicador de
trastornos psicológicos ocultos pero que sentó las bases de lo que
más adelante serían las enfermedades de transmisión sexual…
La historia comienza en la isla de
Samos, en el mar Egeo, que se hizo famosa en el pasado porque había
una colonia de leprosos. En ella, a diferencia de otros lugares, no
existía prohibición de contacto entre los
enfermos y los habitantes de la isla, que incluso podían tener
relaciones románticas y sexuales culminando en el matrimonio con los
enfermos.
Cuentan que una mujer en perfecto
estado de salud se casó con un leproso y que no hizo nada para
evitar la infección, es decir, no tomó precauciones sino que más
bien se sintió atraída mental y físicamente por el hecho de que su
pareja tuviera lepra.
El Instituto de Enfermedades
Infecciosas de la Universidad de Bolonia se inspiró en esta isla
y en este caso para dar su nombre a esta inclinación
psicopatológica y analizar otros casos de mujeres que habían
tenido relaciones con hombres portadores del virus VIH (y otras
enfermedades de transmisión sexual como sífilis o gonorrea)
y con quienes tuvieron relaciones sexuales regulares sin
protección.
Se trata de un
trastorno en el que intervienen diferentes áreas como la
afectividad, la sexualidad y la relación con las personas portadores
de enfermedades con características epidémicas que se transmiten
fácilmente por contacto sexual.
La enfermedad aparece como una fuerte
y a veces obsesiva fijación a la pareja y una clara preferencia y
atracción por los portadores de enfermedades contagiosas o de
enfermedades de transmisión sexual como sida, la gonorrea, la
sífilis, la hepatitis, el virus del papiloma humano... sin que
exista la más mínima preocupación por llevar a cabo prácticas
preventivas ante el más que posible contagio.
Para realizar un
diagnóstico correcto de este desorden afectivo es necesario
realizar una serie de pruebas desarrolladas dentro del ámbito de la
salud sexual y relacional. En Italia, el más famoso es el SESAME
(Sex Relation Evaluation Programa), desarrollado en 1996, y diseñado
para analizar la
sexualidad en su totalidad, tanto en lo que respecta a su
relación con los demás como con uno mismo.
Según los estudios realizados el
detonante principal de esta afección podría ser la búsqueda del amor
paterno reflejado en el amor ‘incondicional' por la pareja enferma.
Las primeras señales de alarma podrían aparecer en la adolescencia
debido a este conflicto interno por la falta de cariño.
Tanto las pruebas diagnósticas como
el
tratamiento adecuado son responsabilidad exclusiva de los
médicos y psicólogos profesionales que además deberán comprobar la
estabilidad mental del paciente y buscar el origen del problema.
Para ello podrán valerse de una herramienta informática
especialmente diseñada para este fin que sirve para extraer,
recopilar y analizar datos de forma precisa. La única crítica que se
ha hecho a este software es el tiempo de duración de la prueba ya
que se necesita aproximadamente una hora para completar el
ejercicio.
La gravedad de este síndrome es que
no es simplemente un trastorno que perjudica a la persona que lo
sufre, sino que también contribuye, en parte, a la propagación del
contagio del VIH en la población.
Según la OMS, cada año 340 millones
de personas contraen
enfermedades sexuales. Se dan casos como el que recoge un
estudio realizado en el Clínico de Barcelona de un joven de 18 años
que se contagió con el VIH en su estreno sexual durante un viaje al
extranjero.
Puede atribuirse a la fatalidad, pero
lo cierto es que resulta mucho más frecuente de lo que pueda
parecer. "Por una vez no va a ocurrir nada", argumentan muchos
jóvenes, y sin embargo, acaba ocurriendo.
La falta de percepción de riesgo no
se da sólo en la juventud. Los turistas se olvidan del sexo seguro
en cuanto se ponen los bermudas: casi la mitad (el 46%) practicaron
sexo con nativos sin utilizar preservativo, lo que a algunos les
acarreó graves consecuencias: el 3,4% se infectaron con el VIH y un
5,3% adquirieron alguna
enfermedad de transmisión sexual.
Recuerda, aunque hay grupos de
riesgo, las ETS no tienen sexo, clase social, edad ni fronteras.
Fuente

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