APRENDE A
NEGOCIAR CON TU PEQUEÑO HIJO
Algunos niños tienen ese 'pique' con sus padres.
Serán tercos o voluntariosos, pero si vives con uno de ellos, sabes
que hay métodos poco efectivos para dar indicaciones de
comportamiento. Quieren ser los que mandan, pero sin duda, tú
también.
¿Necesitas 'ganarle' a tu hijo?
En lugar de recurrir al usual combate verbal que puede terminar
en gritos o súplicas, intenta algunas estrategias más simples. Ser
simple no significa ser deshonesto o manipulador, sino
aplicar paternidad inteligente,
explica la educadora Sharon Silver, de Proactive Parenting, en
Tucson, Arizona. La paternidad
inteligente implica acercarte a tus hijos de lado, más que de
frente, y usar la calma, el respeto y la creatividad para lograr tu
cometido.
Rachel Rudman, madre de dos y terapeuta pediátrica en Nueva York,
apoya este enfoque, y recomienda a los padres aplicar estas
estrategias. Dice que es simple naturaleza humana, y los niños
también quieren estar incluidos en las decisiones de sus hábitos
diarios. “En el caso de muchos niños que necesitan un poco más de
control, sólo hay que pedirles su opinión de vez en cuando y darles
opciones para que hagan lo que ‘nosotros’ queremos”.
Sigue estos consejos de la revista especializada
Parenting para convencer a tu
hijo y a cualquier otro niño:
Lucha de poder
Situación: Tu hijo pasa la mitad del día sacando
juguetes, pero a la hora de recoger cambia de actividad.
Estrategias:
Compite contra el reloj: Para los más chicos, lo
mejor es recoger en una carrera contra el tiempo.
Los niños tercos suelen sentirse intrigados por los juegos y los
retos, así que rétalos a ver cuántos juguetes pueden recoger en
cinco minutos. También puedes estimularlo a 'ganar' colocando una
tabla para superar sus esfuerzos pasados, dándole una recompensa
simple, como una
calcomanía.
Que sea tu ‘ayudante’: Pídele que sea tu
ayudante especial, pues “eres muy bueno para poner la mesa y para
sacar la ropa de la secadora”. Así sentirá que ayudar es un
privilegio.
Piensa de forma positiva: Usa palabras de
aliento en lugar de amenazas para evitar la lucha con los niños
obstinados, enfatiza Stiffelman. En lugar de decir que
no irán a ningún lado hasta que su
cuarto esté recogido, dile: “en cuanto tus juguetes estén
guardados, iremos al parque”. Y ante las quejas, en lugar de
recordarle lo que tiene que hacer para ganarse el privilegio de ir,
por ejemplo, con un amigo, sonríe y di: “Claro que lo harás, en
cuanto tus juguetes estén en su lugar”.
Bañarse y dormir, "no quiero"
Situación: Tu hijo sabe que salir de bañarse
significa que la hora de dormir se acerca, así que no saldrá del
agua por su voluntad y si lo hace, la batalla se concentrará contra
la pijama.
Estrategias:
Pon música. Roba un método bien utilizado por
productores de Hollywood: música. La música relajante
subliminalmente hace que los niños se vayan a la cama sin decir una
palabra.
Cada niño tiene un disco favorito que les ayuda a tranquilizarse.
Esto funciona muy bien con los niños voluntariosos, a los que les
cuesta trabajo relajarse para ir a dormir.
Juega a decir ‘sí’. Haz una serie de preguntas a
tu hijo, cuya respuesta inmediata sea sí, como: ¿te estás
divirtiendo en la tina? (‘sí’), ¿la próxima vez quieres meter tus
goggles a la tina? (‘sí’), ¿quieres meter tu dinosaurio a la tina
ahora? (‘sí’). Esos tres ‘sís’ romperán la resistencia de tu hijo, y
sentirá que lo escuchas y entiendes.
Ofrece opciones. Pregúntale si se quiere secar
con la toalla sólo o si quiere ayuda. No anuncies que terminó la
ducha, sólo comienza el proceso. Ofrecer opciones dentro de la
rutina de ir a dormir, como qué libro leer antes de dormir. Pero
si te responde: “¡ninguno! No me voy a dormir”, responde con calma
que no es una de las opciones, y repíteselas.
Stiffelman dice que a los niños tercos no les gusta escuchar a
sus padres sonar como tocadiscos, y suelen ceder. Si no ceden, sólo
diles “está bien, creo que hoy elegiste no leer un libro. Buenas
noches, cariño, mañana lo intentaremos de nuevo”. Apaga las luces y
no cedas, aunque tu hijo haga un berrinche. Mantener tu palabra
prácticamente garantiza que no tendrás que repetir el episodio el
día siguiente.
Establece una conexión. Antes de llevar a tu
hijo a su cama, usa una técnica de Stiffelman llamada
conéctate antes de dirigirte.
Tómate unos minutos para sentarte junto a tu hijo y muestra interés
en el juego que juega o en lo que ve en la tele. Dile palabras de
apoyo como “con razón te gusta este programa, es muy gracioso”, pues
así los niños se sienten conectados a ti.
Negocia un nuevo horario para dormir. Los niños
pre-adolescentes tienen hábitos de sueño distintos. Si prefieres que
tu hijo se duerma a las 8:30 de la noche, pero jura no tener sueño
sino hasta las 9, negocia
que puede seguir jugando en su cuarto, en silencio, a las 8:30, pero
que a las 9 irás a su cuarto para dormirlo. Los niños voluntariosos
creen que ‘ganaron’ porque sienten una mayor independencia.
Pero aclara que si no cumple el trato (haciendo ruido o saliendo
de su habitación) regresarán al horario anterior.
La tortura de comer
Situación: Si tu hijo se rehúsa a comerse sus
verduras o insiste en que no tiene hambre, sueles temer que muera de
hambre.
Estrategias:
Empieza por algo pequeño. Dale porciones
pequeñas de todo lo que sirves, y deja que
elija lo que quiere comer,
recomienda la especialista en desarrollo infantil Betsy Brown Braun,
autora de You're Not the Boss of Me:
Brat-Proofing Your 4- to 12-Year-Old Child.
La clave es no decir una sola palabra sobre la comida, ni
insistir en que coma. Habla de tu día, del clima, de lo que sea
menos de la comida, porque los niños tercos buscan una oportunidad
para luchar contigo, dice Brown Braun.
Prepara un postre. Si sabes que tu hijo está
esperando a que termine la hora de la comida para comer un postre,
no se lo niegues, pero asegúrate de que sea muy pequeño, como un
pequeño chocolate o una galleta. Así no negociarás más con tu hijo
para que coma comida de verdad a cambio de dulces. Obtendrá su
postre de cualquier forma, y no sentirás que lo estás malcriando
porque su dulce será pequeño y poco emocionante. Y no hay forma en
que tu hijo se llene con eso. Si siente hambre (y la sentirá) tendrá
que regresar a su plato de verduras.
No pierdas el control. Ten una alternativa de
comida para tu hijo, en caso de que no le guste lo que serviste,
pueda comer. Debe ser algo fácil y nutritivo que no requiera mucho
esfuerzo, como frijoles, yogur o hummus, recomienda la terapeuta
familiar Wendy Young. “Hasta los niños de tres años pueden
prepararse un pan con mantequilla de maní, y es importante que los
niños tercos se encarguen de su propia comida”, dice.
Después de preparar y comer la comida alternativa un par de
veces, comerá lo que tú sirves. Si tu hijo decide no comer nada,
Young sugiere apoyar su decisión y decirle de forma calmada que no
hay problema, que podrá desayunar mucho al día siguiente. Los niños
no pueden seguir con esta actitud mucho tiempo, pero debes estar
preparado, pues lo más importante es mantener la calma y no tener
una reacción emocional. Aliéntalos, pero no los obligues a comer una
variedad de alimentos.
Recuerda que el gusto cambia con el tiempo, así que si a tu hijo
no le gusta un alimento hoy, mañana podría encantarle.
"Esa ropa no me gusta"
Situación: Tu hijo insiste en usar ropa que
crees que luce tonta o inapropiada para el clima, sin olvidar que no
deja de probarse ropa en una mañana ajetreada.
Estrategas simplistas
Limpia el closet. Para empezar, mucha ropa es
leña al fuego. Sharon Silver recomienda rotar una tanda de ropa cada
ciertas semanas o saca la ropa fuera de temporada. Si hay algo en su
closet que te parezca inapropiado, como playeras manchadas o
pantalones ajustados, tú eres el padre, así que sácalos del closet:
fin del problema.
Elige tus batallas. Antes de ir a dormir, reduce
las opciones de ropa de tu hijo a dos o tres ensambles para el día
siguiente. Pero recuerda que permitir que tu hijo tome la decisión
final es importante: “Al igual que los adultos, los niños se sienten
más cómodos todo el día si usan la ropa que les queda bien”, dice
Silver. Si sacas un día antes el vestuario del día siguiente, se
acabarán las luchas de la mañana.
Ignora el clima. Para el acertijo del abrigo, no
te pelees, dice Silver. Si tu hijo no quiere usar una chamarra, “no
digas nada, y escucha cómo se queja”, dice.
También puedes dejar que tu hijo cargue o guarde su chamarra en
su mochila (dos opciones que te parecen bien). Deja que tus hijos
aprendan el valor de su ropa por ellos mismos, porque así aprenderán
mejor.
¿Ayuda 'indispensable' para hacer la tarea?
Situación: Tu hijo constantemente se queja para
que lo ayudes, cuando tú sabes que puede hacer la tarea sólo y
terminar antes de la hora de dormir.
Estrategias:
Redúcelo. Primero, considera que la terquedad de
tu hijo podría ser una señal de que está abrumado por tanta tarea o
tiene algún problema para concentrarse. Intenta reducir sus tareas,
como hacer dos problemas de matemáticas, tres palabras escritas,
etc. Y deja que se tome un momento entre tareas antes de retomar su
trabajo. Usa el enfoque del tiempo para los casos más difíciles. Tu
hijo puede trabajar por 10 minutos, tomarse un
descanso de dos minutos, y trabajar otros 10 minutos. La mayoría
de los niños pueden hacer casi cualquier cosa en 10 minutos
ininterrumpidos.
Hazlo divertido. Tu hijo podría leer en su casa
de campaña, hecha con una mesa y una sábana, con una linterna.
Podría practicar deletrear palabras saltando la cuerda.
Hazte el desaparecido. Si confías en que tu hijo
puede manejar las cosas por sí sólo, vete a una parte distinta de la
casa mientras hace su tarea, dice Brown Braun. Que la regla sea que
él se levante a hacerte preguntas, no al revés.
Si tu estudiante tiene que subir las escaleras con su gran libro
de texto para hacerte una pregunta, se tomará un minuto para pensar
si es necesario tomarse la molestia. Fuente
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