De todos los
comportamientos humanos, mentir probablemente sea el más difícil de
detectar. Es una conducta habitual en las personas, al grado de que
un individuo común dice un promedio de tres mentiras por cada diez
minutos de conversación. Así lo concluye una investigación de la
Universidad de Southampton, Inglaterra.
En diversas ocasiones, las mentiras
no son más que frases destinadas a preservar los buenos modales y no
herir susceptibilidades. Por ello es que un reportaje publicado en
el periódico británico Telegraph
asegura: "La sociedad colapsaría rápidamente si no fuera por las
decenas de pequeñas mentiras que nos permitimos día a día".
Bajo estas circunstancias, el
consultor empresarial, psicólogo y escritor James Borg expone en su
libro Body Language algunas
claves que te ayudarán a reconocer las mentiras o a enunciarlas de
un modo más convincente. Aquí están sus conclusiones, enfocadas a
que tus mentiras no sean descubiertas.
Sonríe normalmente.
Investigaciones científicas han concluido que las personas sonríen
más cuando están diciendo la verdad que cuando mienten.
Evita mostrarte
inquieto. Rascarse constantemente y jugar con la ropa son actitudes
que se adoptan con frecuencia al expresar mentiras. Si tú mientes y
deseas ocultarlo, mantén tus ojos y tus manos calmados, sin realizar
movimientos poco naturales.
No te escondas.
Realizar gestos que cubren parcialmente el rostro y las manos ocurre
habitualmente en las personas que mienten. Al declarar frente a un
gran jurado respecto a su relación con Monica Lewinsky, Bill Clinton
tocó su nariz cada cuatro minutos cuando hizo afirmaciones que a las
postre resultaron falsas. Así lo establece el diario
Telegraph.
Manténte relajado.
La ansiedad y el nerviosismo son estados de ánimo frecuentemente
relacionados con expresar mentiras. Si tu comportamiento es calmado,
será más fácil que los demás te crean.
Compórtate naturalmente.
A fin de cuentas, cada persona tiende a comportarse de una manera y,
si cambia de actitud sustancialmente, alertará a quienes le conocen
que algo está "raro". En muchas ocasiones, la inquietud, el
parpadear de más o el hablar lento o más rápido constituyen dichas
"alertas". Ellas son brindadas por el lenguaje corporal y son
captadas casi siempre de un modo inconciente por parte de los
interlocutores.
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