ADICCIONES.
REHABILITACIÓN DE PERSONAS ADICTAS
Superar una adicción, más que
dejar de consumir estimulantes como alcohol, tabaco, cocaína o
marihuana, significa encontrar una nueva manera de entender la vida.
Ello es posible gracias al trabajo de un equipo que ayuda física y
psicológicamente al paciente y su familia.
Las estadísticas de las últimas
décadas muestran marcado ascenso en el consumo de estimulantes en
México, tanto en los grandes centros urbanos como en las zonas
rurales, y ponen de manifiesto que este problema no es exclusivo de
determinado grupo humano, sino que avanza indistintamente entre
individuos de todas las edades y de ambos sexos. Por si fuera poco,
las cifras también nos hablan del notable incremento en las
consecuencias de este hecho, mismas que abarcan los aspectos
económico, laboral, familiar y de salud.
Asimismo, en nuestra esfera cotidiana
podemos constatar que, por desgracia, muchas drogas son fáciles de
conseguir, y no es extraño tener conocimiento de alguna persona que
ha sufrido considerable deterioro en su nivel de vida y relación
familiar por el uso de cocaína, alcohol, marihuana o anfetaminas.
Por todo lo anterior, cobra gran importancia abordar públicamente el
tema de la rehabilitación, recurso que es capaz de brindar una
segunda oportunidad a los afectados y del que hemos oído hablar en
ocasiones, pero que desconocemos en esencia.
Aunque se sabe que una adicción está
condicionada por múltiples causas, desde las de orden biológico
hasta las de tipo social, y que “ podemos encontrar a personas con
dependencia a la sustancia ‘a', ‘b' o ‘c', e incluso a eventos como
sexo compulsivo, compras desmedidas, apuestas y deportes extremos,
en todos los casos es posible aplicar el mismo tratamiento, sin
importar que el paciente lleve mucho o poco tiempo con este
padecimiento, porque la estructura es idéntica”.
Tal es la opinión del Dr. Raúl
Ramírez Reyna, adictólogo y coordinador médico de las Clínicas de
Atención Integral en Desintoxicación y Recuperación (Claider), quien
afirma en entrevista con
saludymedicinas.com.mx
que el trabajo de rehabilitación debe encaminarse a que el paciente
mejore su relación consigo mismo y con su entorno, y que para
lograrlo es necesario que trabaje con un grupo de especialistas y
con su familia, pues tratar de vencer solo a una adicción sería
“como intentar aliviarse de un cuadro infeccioso severo, que
requiere antibióticos, sin consultar a un médico”.
Además, juzga que en México hay
todavía largo trecho por recorrer en cuanto a atención de adicciones
y que no son muchos los pacientes que acuden a los especialistas por
esta causa, ya sea porque niegan sufrir dependencia o porque
socialmente no existe la cultura de visitar este tipo de centros de
atención. “Desde luego, también se debe considerar que no todas las
personas tienen la posibilidad económica de asistir a una clínica
profesional y acuden a granjas gratuitas o de bajo costo, donde los
encierran sin atenderlos como se debe”.
De los genes a las
ciudades
Para entender cómo erradicar la
dependencia a un estimulante hay que comprender cómo se desarrolla y
en qué consiste. Tomando como punto de partida la definición que da
la Organización Mundial de la Salud, el especialista explica que la
enfermedad adictiva consiste en una serie de alteraciones físicas y
psicológicas causadas por la interacción entre una persona y
determinada sustancia; asimismo, se caracteriza por modificaciones
en el comportamiento del paciente y un impulso irreprimible a
consumir el estimulante, de manera periódica o continua, ya sea para
experimentar sus efectos o para evitar el malestar que le produce la
privación.
Además de esto, añade que “la
adicción es una enfermedad que afecta a todos los sistemas del
individuo (biológico, psicológico, emocional, social, laboral), pese
a lo cual éste se niega a creer que tiene un problema, a menos de
que su cuadro se encuentre muy avanzado. También definimos a la
dependencia como una enfermedad primaria, es decir, tiene un origen
específico de tipo social, heredado de los padres (genético) o
psicológico, como cuando se pertenece a una familia que funciona
inadecuadamente. Además, yo agrego un factor espiritual, entendido
como la tergiversación de los valores universales y morales en los
que el individuo encuentra sentido a la vida, que pasan a un terreno
más que secundario”.
Profundizando en los factores
biológicos y genéticos, el adictólogo asegura que hay pacientes que
nacen con alteraciones en el sistema de recompensa cerebral, donde
algunos neurotransmisores (químicos que permiten la comunicación
entre neuronas) responsables de generar sensaciones de bienestar,
como serotonina, dopamina, endorfinas y ácido gamma aminobutírico (Gaba),
funcionan de manera inadecuada.
Así, hay quienes debido a esta causa
nunca se sienten satisfechos, pero al consumir algún estimulante
desencadenan la generación de neurotransmisores que permiten
experimentar placer. “Las sustancias adictivas sirven para ‘abrir
llaves', de modo que, por ejemplo, el alcohol incrementa la
producción de endorfinas (químicos que se parecen a la morfina) y
compensa de alguna manera los problemas que existen por
determinación genética en el sistema de recompensa”.
Otra característica de la enfermedad
adictiva es que evoluciona lentamente. “Cuando alguien se inicia en
la bebida nunca piensa: ‘Hoy voy a tomar una copa y dentro de 10
años una botella al día', y nadie que inhala una línea de cocaína
considera que dentro de 2 años va a consumir 5 gramos diarios,
porque el avance de la dependencia se da sin tener plena conciencia
de lo que ocurre. Por cierto, soportar cada vez mayores dosis de una
sustancia no es un signo de fortaleza ni motivo para decir: ‘Yo sí
aguanto y sí puedo', sino la gran señal de alerta de que ya se está
en terrenos adictivos”, sentencia Ramírez Reyna .
Por otro lado, el médico enfatiza que
nuestra sociedad tiene numerosos “reforzamientos operadores”, es
decir, conceptos, estereotipos y situaciones que nos llevan a actuar
de determinada manera. “La presión social hace que muchos
individuos, sobre todo jóvenes, utilicen estimulantes para acompañar
sus experiencias placenteras, de modo que beben una cerveza para
acompañar unos tacos, toman una copa de vino con sus alimentos,
fuman marihuana para ir a un concierto, inhalan cocaína cuando
acuden al ‘antro', o consumen tachas en un ‘
rave '”.
Con el paso del tiempo, hay quienes
dejan de usar las sustancias adictivas para acompañar los momentos
felices y las convierten en fuentes de placer directas; “ya no les
interesan los tacos, la comida, el concierto, el ‘antro' o el ‘
rave' , sino la droga en sí”.
Finalmente, refiere, “en una tercera fase el adicto utiliza el
estimulante para vivir una realidad virtual que le evade de lo que
le sucede a diario y de pensamientos como ‘todo está mal, todos son
unos tontos, nadie me comprende, este mundo está perdido', ya que de
no hacerlo empieza a sentirse muy mal, física, emocional y
mentalmente”.
Aunque el Dr. Raúl Ramírez reconoce
que las drogas que generan más temor en la sociedad mexicana son las
ilegales (heroína, anfetaminas, tachas y éxtasis, entre otras), y
que entre ellas la cocaína y la marihuana son las más consumidas,
subraya que hay dos sustancias socialmente aceptadas que causan más
estragos, no sólo por sus efectos, sino porque facilitan el inicio
de otras adicciones: alcohol y tabaco.
Para sostener esta afirmación,
expone: “65% de la población mexicana con edad entre 18 y 65 años
bebe alcohol, lo que equivale a aproximadamente 30 millones de
personas; de ellas, 3 millones presentan un cuadro de dependencia y
7 millones beben problemáticamente, es decir, tienen dificultad en
sus relaciones personales y laborales, sin ser alcohólicos
propiamente. En total, hablamos de 10 millones de afectados
directos”.
Pero el problema no se detiene ahí,
ya que se sabe que cada uno de estos pacientes afecta en promedio a
cuatro personas cercanas (cónyuge, hermanos, padres o hijos), de
manera que, sin contabilizar a los adolescentes, hablamos de 10
millones de alcohólicos y consumidores problemáticos, así como de 40
millones de perjudicados, lo que da un total de 50 millones de
involucrados, que equivalen a la mitad de la población mexicana.
Paso a paso
Ramírez Reyna afirma que el
tratamiento de la enfermedad adictiva debe atender los dos
componentes esenciales del padecimiento: la obsesión o aspecto
psicológico, que consiste en pensar en consumir un estimulante, y la
compulsión, que describe la dependencia física hacia la sustancia.
Sobre este aspecto explica que
“cuando una persona entra en rehabilitación lo primero que hacemos
es romper el cuadro compulsivo; para lograrlo, recurrimos a un
tratamiento médico en el que se le hidrata, se dan vitaminas y
nutrientes, y medicamentos. Una vez que se estabiliza físicamente
pasa a una segunda etapa, más larga y complicada, en la que se
revisan sus procesos obsesivos, es decir, descubrimos cuáles son los
motivos por los que cree que no puede vivir sin sustancias, además
de que incluimos en la atención a su familia”. También es factible
que se realicen trabajos de grupo con pacientes que presenten
problemáticas similares, además de que se recomienda que una vez
superado el período crítico se de seguimiento de por lo menos un
año.
El tratamiento ideal debe ser
aplicado por un equipo interdisciplinario que cuente con
capacitación especial y experiencia comprobada: enfermeras, médicos
generales, psicoterapeutas, consultores (personas que se han
recuperado de adicciones y ayudan en terapias grupales), asesores
externos, como psiquiatras y/o cardiólogos y, ante todo, una figura
poco conocida en México, el adictólogo.
Con base en su experiencia, el médico
comenta que la mayoría de los pacientes acuden a buscar atención
cuando están en crisis porque se sienten mal física y emocionalmente
(tal vez realizaron un acto reflexivo que causa dolor), o bien,
porque el conflicto se presenta en el hogar y es la familia quien
los remite. En todo caso, la persona que sufre adicción no llega con
la plena intención de dejar de consumir, sino para aliviar sus
problemas inmediatos.
“Nuestra misión en este sentido
—asegura el Dr. Ramírez Reyna— consiste en ayudar al paciente y su
familia a aceptar la enfermedad, sobre todo para que se inicie el
tratamiento adecuado. Por supuesto, el trato debe ser ético,
humanista y profesional, de modo que debemos convencer, pero nunca
retener a alguien por la fuerza, ya que eso sería atentar contra los
derechos humanos.”
El especialista hace especial
hincapié en el papel de la familia dentro del tratamiento ya que,
explica, ahora se conoce a padres, hijos, hermanos y pareja como “coadictos”,
pues asumen formas de comportamiento que no resuelven el problema y,
al contrario, ayudan a que persista. “Las personas cercanas a quien
padece la adicción también empiezan a enfermar, psicológicamente
hablando, y adoptan tres tipos de actitudes o roles muy desgastantes
que suelen intercambiar: uno trata de rescatar al enfermo, otro lo
juzga y uno más es víctima. De ahí la importancia de que ellos
también tengan un espacio de reflexión”.
Amor a la vida
De acuerdo con el médico, superar una
adicción no sólo significa dejar de consumir estimulantes, sino que
implica un cambio en el estilo de vida y de adaptación a la
existencia, así como madurez emocional y fortaleza interna. “Eso se
llama sobriedad, y no tiene que ver con la abstinencia. Sabemos que
una persona con dependencia a sustancias puede tener 6 meses o un
año sin consumo de estimulantes, pero vive en neurosis, es
intolerante e irritable, no se siente satisfecho y experimenta
aburrimiento constante. Es el caso del marido al que la esposa les
dice: ‘Ya tómate algo para que te tranquilices'”.
Por ello, explica el Dr. Ramírez
Reyna, la rehabilitación verdadera consiste en volver a enamorarse
de la vida.
En efecto, el paciente con adicción
desarrolla una relación de confianza con una droga, la cual es
evidentemente enfermiza, pero al mismo tiempo puede calificarse como
“amorosa”. De inicio, esto lleva a la persona a perder la relación
con su espiritualidad o ideas que fundamentan su existencia, y
conforme el problema evoluciona se genera un distanciamiento
progresivo de la sociedad, de su trabajo, de su familia y amigos y,
finalmente, se aleja de sí mismo.
Por esto, añade, “el proceso que
seguimos para superar la dependencia a las drogas es a la inversa,
pues primero rompemos la relación del paciente con la sustancia y
luego le ayudamos a que reestablezca los vínculos con él mismo,
luego con sus seres significativos, con sus actividades, con la
comunidad y, por último, con un poder superior, como cada quién lo
entienda. Ése es el camino”.
El adictólogo especifica que el
riesgo de sufrir una recaída durante el tratamiento es elevado, pero
también que cuando el individuo basa su rehabilitación en un cambio
de actitud y no en simple abstinencia, es más probable superar estos
problemas, siempre con ayuda de su grupo de trabajo, familiares y
especialistas.
Por último, el Dr. Raúl Ramírez
explica que la mejor medida que se puede llevar a cabo en cuanto a
las adicciones es la prevención, para lo cual es importante perder
el miedo a hablar sobre el tema. “La labor consiste en dar
información y detectar con rapidez la aparición de nuevos casos,
pero aún más importante es reflexionar sobre los sistemas de valores
de la sociedad. Estamos acostumbrados a proponer diversiones y
placer de manera distorsionada, a la vez de que carecemos de
fundamentos existenciales verdaderos”.
“Los jóvenes desean parecerse a los
protagonistas de las telenovelas o a los modelos de los anuncios, en
gran medida porque no hay actividades propositivas, culturales o
deportivas, y porque nos hemos acostumbrado a buscar satisfacciones
inmediatas, por efímeras y destructivas que sean. Cambiar esto es
una labor de mucho tiempo, pero da resultados; como ejemplo tenemos
la propuesta de prohibición del tabaco en Estados Unidos, a la que
nadie le hacía caso al principio, pero que dio resultados 25 o 30
años después”, finaliza el adictólogo, quien recomienda consultar la
página de Claider (http://www.claider.org.mx/)
para obtener más información sobre el tema.
ALGUIEN QUIERE LO QUE TU TIENES, ALGUIEN TIENE LO QUE
TU QUIERES.
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saber antes de comprar)


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