¿CÓMO HACER UN COMIC?
Cómo hacer tu
propio cómic en fáciles lecciones
Para bien o para mal, casi nadie
materializa este sueño tan común (aunque la tecnología actual ha
hecho posible que cada vez sean menos los que no se dan el gusto de
crear su propia historieta… pero no hay que adelantarnos al tema).
Casi no hay espacios en las editoriales, y cuando los hay, éstos a
menudo están reservados para quienes imitan a los comics de moda, a
lo que es el auge del momento. Sin embargo, en esta época donde el
cine le ha dado una enorme promoción al cómic (algo que ya hemos
discutido antes) y donde las grandes compañías comiqueras se ven en
la necesidad de echar la casa por la ventana dos o tres veces al año
para tratar de atraer (o simplemente retener) más lectores, es
cuando un autor independiente puede animarse a apropiarse de su
propia audiencia, una que sienta el mismo deseo por algo diferente
Como dije, todos pasamos por eso. En
mi muy personal experiencia, mi idea para mi cómic (1989-1993) era
un claro reflejo de las historietas que yo leía y los programas que
yo veía en la TV de ése momento: Cuatro jóvenes (de mi edad, por
supuesto) recibían enormes poderes “místicos/mágicos/espirituales”,
de una escala cósmica, y luchaban contra armadas alienígenas y
dioses de otros planetas. Ellos eran entrenados por un viejo
maestro/estereotipo asiático, tenían una base tecnológicamente muy
avanzada instalada debajo de su casa, y tenían armas sagradas que
podían usar cuando sus enemigos probaban ser más rudos que ellos
(¿Padres?¿Supervisión adulta? Por supuesto que no; eran huérfanos y
claro, vivían juntos en una casa que se mantenía sola). Por si fuera
poco (a pesar de que todos ellos tenían súpervelocidad y podían
teletransportarse) piloteaban una nave con tantos dispositivos y
armamento que, de colocarle una inteligencia artificial, bien podría
ser capaz de ir y hacer el trabajo heróico en lugar de ellos. Cuando
garabateaba escenas de sus aventuras en mis cuadernos, lo único que
quería era dibujarlos haciendo gala de sus grandes, grandes poderes,
y nunca se me ocurrían nimiedades como delimitar sus habilidades,
crearles personajes de apoyo, ó retos para su apabullante arsenal de
súperpoderes, ó siquiera vidas fuera de su oficio de héroes (creo
que ni siquiera tenían apellidos, aunque, en mi defensa, sí les
diseñé aspectos de civiles). Abandoné la idea el día en que,
mientras intentaba entintar la primer página de “el # 1” de mi
revista sin nombre (sólo para ver cómo se vería mi cómic con tintas
y colores), mi vista deambuló lejos de mi dibujo y se posó en un
número de Comic Scene que
había comprado meses atrás en el aeropuerto de mi ciudad, y desde
luego, fue inevitable comparar lo que estaba impreso ahí con lo que
estaba haciendo. No sólo era la superioridad del dibujo, o los
colores vivos; lo que en verdad me desanimó fueron las reseñas de
los cómics que estaban por salir a la venta. No sólo se oían
buenísimas; tenían sentido, coherencia, y hacían referencia a una
trama que de hecho justificaba esas escenas climáticas que tanto me
emocionaban. Reconocí mis limitaciones, y lo dejé por la paz.
Por supuesto que muchos de mis amigos
y conocidos tuvieron experiencias parecidas, sólo que ellos llegaron
más lejos que yo. Hubo entre ellos quienes de hecho terminaron su
primer número de 32 páginas, en blanco y negro, acerca de un
luchador enmascarado/playboy que obtenía gran fuerza al sostener un
ídolo maya de oro (olvidé su nombre). Otros querían enfrentar a sus
héroes hechos en casa contra los héroes de la Marvel o la DC, y
hasta querían que midieran fuerzas con íconos de la pantalla grande
(Recuerdo a uno de mis amigos de la secundaria que hacía comics de
un soldado que viajaba en el tiempo, el cual se enfrentó al
protagonista de la película “Comando” y a
Punisher en una jungla,
armado sólo con un cuchillo y una .45) Al final, aunque ellos
tardaron más en darse cuenta, también terminaron por intuir lo vacío
de sus premisas, y por sentir la ausencia de algo parecido a un
guión premeditado (Todos nos guiábamos por el famoso “Método
Marvel”, que, en resumidas cuentas, se trata de bosquejar levemente
lo que sucederá en una página, e improvisar sobre la marcha todo:
diálogos, detalles, cambios de parecer de última hora, etc). Todos
queríamos hacer un cómic excelente, pero el problema es que, en
aquel entonces, lo mejor que habíamos leído eran comics de la Marvel
y de DC (y, bueno Spawn también).
Es por eso que, cuando platico con
comiqueros más jóvenes que me cuentan sus planes de crear el próximo
Crimson o el próximo
Arsenal, no puedo evitar
el recordar cuando yo quería crear a los próximos
Guardianes de la Galaxia o
al próximo Karmatrón. Yo
hubiera apreciado mucho algunos cometarios y sugerencias al
respecto, y basado en eso, quisiera ofrecer algunos comentarios y
sugerencias acerca de cómo, y (más importante) porqué se hace un
cómic amateur. Quienes hallen mis comentarios y consejos muy obvios
o contrarios a lo que uds. tienen pensado, recuerden que sólo son
eso, apreciaciones de alguien que alguna vez se interesó en lo que
uds. están interesados ahora.
Autocrítica
Quizá el paso más esencial del proceso, y, por desgracia, el más
olvidado. Vale la pena preguntarse “¿Yo compraría este comic en
lugar de algo hecho profesionalmente?” “Si yo fuera dueño de una
editorial ¿Lo vendería?” “¿Cuántas veces se ha hecho esto antes?”
“¿Quiénes son mis fuentes de inspiración?” (Si solamente se nos
ocurren títulos de historietas como inspiración, estamos en
problemas; ya sea dibujando o escribiendo, es necesario basarse en
algo más aparte de los comics)
Disciplina
Gran parte de quienes quisimos hacer un comic propio encontramos,
para nuestra sorpresa, que es bastante trabajo. No en balde las
editoriales grandes estilan tener a alguien exclusivamente
escribiendo guiones, alguien solamente para dibujar a lápiz, alguien
para entintar, alguien para colorear y, en algunos casos, alguien
exclusivamente encargado de dibujar los fondos. Hacer todo un número
de una historieta, aún haciendo equipo con otras personas, exige una
cantidad de energía y creatividad imposible de consumir diariamente,
a menos que haya un régimen constante de trabajo que nos permita
acostumbrarnos a dar un mejor rendimiento. Por supuesto, no quiero
apabullar a nadie citando el alocado ritmo de trabajo de algunos
autores de la Época de Oro del cómic mexicano, capaces de sacar,
ellos solos, un cómic completo por semana, pero tal vez sea bueno
poner las cosas en perspectiva. Hay artistas comiqueros que
recomiendan hacer cinco páginas diarias, quizá eso sirva como un
dato en el cuál basarse. Si eso suena como demasiado trabajo, quizá
la creación de historietas no sea una buena elección de carrera.
Argumento
Una historieta es, a final de cuentas, una narración. Si con lo
único con lo que contamos son algunos personajes y algunos bosquejos
de escenas espectaculares (como fue mi caso) entonces no tenemos
realmente un cómic. Cuando se crea una historieta, se crea todo un
mundo. Hay que crear al personaje ( o personajes) principal(es),
claro, pero también hay que crear personajes de apoyo (¿Qué haría
Batman sin
Alfred, sin
Lucius Fox, sin el
Comisionado Gordon o sin
su novia en turno?), lugares y locaciones notorias (aunque el
Hombre Araña no vive en
una ciudad ficticia, si hay muchos sitios ficticios en Nueva York
que están íntimamente ligados con él, como el edificio del diario
El Clarín) y
peculiaridades del mundo donde se desarrolla la historia. Recuerden
que los detalles son lo que vende una historia.
Formato
Normalmente, cuando pensamos en un cómic, pensamos en una
publicación periódica que no tiene un final definido. Sin embargo,
siendo las cosas como son hoy en día, es muy probable que el formato
que mejor se ajusta a las necesidades de alguien que va empezando
sea la miniserie. Es algo muy común en las editoriales
independientes, y es una meta accesible y clara, que puede enfocar
mejor los esfuerzos narrativos. Si la miniserie tiene éxito, puede
seguir otra, y después ¿Quién sabe?
Metas.
Si la autocrítica es lo primero que hay que considerar a la hora de
hacer un comic, la meta del comic debería ser lo segundo. ¿Qué
pretendo yo al crear éste cómic? ¿Qué temas o situaciones quiero
abordar? ¿A quién va dirigido? ¿A qué trabajos comiqueros quiero que
se parezca, y a qué otros quiero que se oponga? ¿Habrá un punto
donde sea bueno terminar la trama, como en la mayoría de los
manga, o habrá que seguirlo indefinidamente, como en el cómic
norteamericano?
Estos puntos a considerar pueden ser
muy básicos, pero les sorprendería ver cuántos comics amateurs se
beneficiarían tan sólo por tomarlos en cuenta. Todas las referencias
que hago hablan de comics hechos “a la antigüita”. Hoy en día el
entintado puede hacerse por computadora (por algo se sigue
prefiriendo el entintado a mano, pero el caso es que se puede) y
muchos webcomics se saltan el proceso de bocetear y hacen todo el
dibujo en programas para dibujar con el ratón, o incluso por
pixeles. Aún así, lo que digo se aplica. Especialmente en el mundo
de los webcomics, donde hay tanta facilidad de creación, hay que
preguntarnos si no hemos visto una idea repetirse demasiadas veces.
Un poco de autocrítica y planteamiento de metas no hace daño a nadie
¿O cómo ven ustedes?
ALGUIEN QUIERE LO QUE TU TIENES, ALGUIEN TIENE LO QUE
TU QUIERES.
- Como vender por Internet
- Como comprar por Internet
- Guías de compras (Lo que debes
saber antes de comprar)


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