La sangre no paraba, el desgarro
interno había ocurrido. Pensó que al día siguiente ya no habría
rastros, pero una mancha en las sábanas, más aparatosa que la
anterior, lo obligó a ir al médico. Con pudor y vergüenza, Carlos
tuvo que decir la verdad a un galeno que parecía saber lo ocurrido,
pues sin preguntas en detalle lo diagnosticó y también recomendó que
sus prácticas sexuales fueran más cuidadosas, pues la introducción
de objetos por el ano, podrían haberle causado una lesión
importante.
Carlos explica que en su juego de
dominación y sumisión que se calificaría comúnmente como
sadomasoquismo, permitió a su pareja tener una nueva práctica. Ella
le introdujo un pene de hielo que contrajo el músculo y que al tener
contacto con la mucosa quedó prendido sin que él pudiera hacer
ningún movimiento.
Hoy no existe pena de contarlo y sí
la intención de que su experiencia sirva a otros para no morir al
experimentar este tipo de intercambio erótico de placer, juego
conocido como BDSM (Bondage: esclavitud, cautiverio; Discipline:
disciplina, Dominance: dominación; Submission: obediencia; Sadism:
sadismo y Masochism: masoquismo).
Carlos intenta evitar accidentes,
pero también advertir sobre abusos y violencia que han tenido lugar
durante años en estas prácticas manejadas en secreto, por temor a
que quienes las realizan sean llamados locos o degenerados.
Las normas
Carlos asegura que hoy todas las
prácticas en este juego, donde se puede adoptar un rol sumiso,
dominante, o ambos (switch), deben ser, como los parámetros
internacionales señalan, sanas, seguras y consensuadas. Él agrega
que se deben desarrollar con respeto y una comunicación profunda con
la pareja sexual.
Incluso, puede existir una especie de
contrato por escrito en que se detallan mutuamente las experiencias
que se han tenido en el BDSM, los gustos, los límites, el estado de
salud y las fobias. “No me gustaba el dolor, pero aprendí que si veo
a mi ama azotándome y gozo, el dolor es un precio alto que pago por
tener dos placeres: el de entregarme y el producido por las
endorfinas, liberadas en el momento”, asegura Carlos, también
conocido como Apeiron.
El psicoanalista y antropólogo José
Eduardo Tappan explica que este contrato, en el que se está
dispuesto a humillarse o maltratarse con palabras soeces, produce un
regodeo o placer entre comillas que colinda con sacrificio y
sufrimiento, lo que el psicoanalista francés Jacques Lacan llama
“goce que indudablemente se desliza hacia la muerte”.
En 1994, luego de un siglo de que el
sadismo y masoquismo fueran calificados como “enfermedades
mentales”, se borraron estas prácticas del Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV). Ahora hay una
distinción clara entre asesino sádico y practicante de
sadomasoquismo consensuado.
Mayra Pérez, del Instituto Mexicano
de Sexología (Imesex), recuerda que en la práctica del BDSM existe
el Rack (Risck Aware Consenual Kink) que es el riesgo asumido y
consensuado para prácticas de sexualidad no convencionales, incluso
heridas o muerte.
“Las heridas o muerte difícilmente
suceden, pues los practicantes se cuidan en extremo, conocen de
primeros auxilios e incluso identifican reacciones corporales mucho
mejor que los profesionales de la salud”, señala la especialista que
realiza el primer estudio sobre mitos, estigmas y tabús del BDSM en
México.
No hay números de cuántos lo ejercen.
España es de las pocas referencias mundiales, en 1999 hizo una
encuesta que indicó que 23% de los hombres y 19% de las mujeres
admitieron haber realizado algún tipo de práctica BDSM, mientras que
un 33 y un 45%, respectivamente, tenían fantasías al respecto.
Técnicas y experiencias
Apeiron pertenece al grupo Sadoméxico,
que cada 15 días en la colonia Roma comparte sus experiencias, tanto
exitosas como desafortunadas. Ahí se enseñan diversas técnicas de
amarres, temas médicos, fabricación de “juguetes” para lograr un
conocimiento integral que no se obtiene al leer o navegar por la
red.
Su lema es: “Se vale jugar… pero
limpio. Por un BDSM honorable” y su meta “es tener practicantes
serios”.
Carlos conduce un espacio de radio en
internet, ErotiSados. Recuerda como los dedos de sus manos y pies,
atados a las esquinas de la cama, se encogían al roce del cuchillo
por todo l cuerpo, pero el miedo al instante y luego el placer
vinieron al saber que la mujer con la que jugaba era bipolar. Así
iniciaba sus prácticas sadomasoquitas.
Otra experiencia que lo llevó al
hospital fue cuando su ama -él prefiere el rol de sumiso- le hacía
un enema (lavado intestinal): introducción de líquidos a través del
recto. Ella agregó café al agua y en sólo minutos llegó la
taquicardia y la sudoración, pues la sustancia llegó al intestino,
donde se absorbió de forma directa.
“Experimentas más y empiezas a ceder.
Es toma y daca, donde también puedes decir no quiero que me lo hagas
hoy, pero lo podemos intentar y si no me gusta lo paramos”, expresa.
Para detener una situación incómoda
se hace referencia a los colores de los semáforos: verde significa
“continua”, amarillo, “no tan fuerte o con cuidado” y rojo es
“detente”. En los casos de tener amordazada a la persona, se
acuerdan movimientos corporales para atender a estas solicitudes.
“Antes de dominado o dominante eres
ser humano y eso te tiene que quedar muy claro”, señala.
Las precauciones
Con más de 10 años en el ambiente
Carlos asegura que él tiene cinco límites: no hacerlo con personas
que se droguen o alcoholicen, porque altera la percepción; no
forzar; no menores de edad; no penetración sin condón y nada que
tenga que ver con necrofilia.
Leer BDSM: introducción a las
técnicas y su significado de Jay Wiseman y corroborar todas las
sugerencias que se hagan en internet son sus recomendaciones.
Con los amarres con cuerdas, además
de usar un material suave, se toman precauciones para no cortar la
circulación de manos o piernas, al tiempo que se verifica la
temperatura del sometido.
Si se pretende por ejemplo utilizar
cera en el cuerpo, se recomienda buscar una parafina blanda al tacto
de la uña.
Según las investigaciones de Mayra
Pérez, el dolor para los practicantes de BDSM es un medio y no una
finalidad para tener placer, ello lo hacen para llegar a lo que han
llamado un subespacio, placer más allá del orgasmo, que no ha sido
estudiado, pero que a nivel químico se sabe que se segregan
sustancias como noradrenalina, endorfinas, adrenalina.