Cuando Carlos Slim habla no hay manera de no escucharlo. La
audiencia aguarda por sus palabras, cita El Semanario en su edición
de hoy.
En medio del foro "¿Qué hacer para crecer?", celebrado
recientemente en el Senado, el ingeniero confirmó que su poder
económico se transformó en dominio social y político.
La contraofensiva del Gobierno Federal no se hizo esperar y lanzó
una andanada de críticas sobre la gestión de Telmex y de sus
tarifas. Pero Slim no se inmutó.
Con una riqueza que lo ubica como uno de los hombres más ricos
del mundo, ahora persigue algo mucho más valioso: ejercer su
influencia.
Pero no se trata del típico y barato "capitalismo de cuates",
descrito por el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz. El
presidente del Grupo Carso no quiere prebendas, quiere poder. La
autoridad se la otorga una fortuna de 60,000 MDD, que equivale a
5.5% del PIB.
Mantenerse blindado frente a las embestidas del gobierno y del
sector privado es parte de la estrategia de este hombre cuyas
empresas generan más de 225,586 puestos de trabajo.
En 1991, Slim recibió la primera estocada de muchas cuando la
Secretaría de Hacienda cambió el régimen tributario que permitía a
la Cigarrera Tabacalera Mexicana (Cigatam) obtener el reembolso de
los impuestos correspondientes a la exportación de cigarros.
Después vendría la auditoría de cuatro años, ordenada también por
la SHCP. Además, en el terreno regulatorio del sector de las
telecomunicaciones, la guerra no termina.
"Entre 1991 y 1995 hay una serie de acciones que dicta el título
de concesión que Telmex no cumplió y que merecían su revocación. La
discrecionalidad era tal, que si solicitabas al gobierno los
términos del título te decían que no existía, que se había
extraviado", dice Alejandro Puente, presidente del gremio de
operadores de cable, que hoy, junto con Televisa, le disputan parte
de su mercado.
El blindaje luce imprescindible. Las esferas de influencia de
Slim no sólo se extienden a casi todos los sectores económicos del
país, sino que pasan por el deporte, la cultura, la salud y la
educación. El objetivo es filantrópico, sí, pero además es hacer
sentir el peso de este conglomerado.
Pero, ante los traspiés del Gobierno Federal para doblegar a este
poder económico que, en algunas ocasiones, lo ha rebasado, Carlos
Slim se transformó en un actor político relevante, aunque a él le
gusta afirmar que uno de los consejos más frecuentes que le da a sus
hijos es: "No se junten con políticos".
Su mano, entonces, también está en el Congreso, y han sido muchos
los casos de iniciativas de ley sujetas al cabildeo del empresario.
Además, es uno de los filántropos más importantes del mundo con
un patrimonio que supera los 5,000 MDD destinados a este fin, cifra
que por sí sola representa casi 40% de los activos de Telmex