Biometría
hemática. Revela un panorama amplio del estado de salud
de la mujer embarazada, porque detecta padecimientos como la
anemia e diversas infecciones. Se toma una muestra de sangre y
se analizan los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. La
paciente no necesita ninguna preparación, ni estar en ayunas.
Debe realizarse en cuanto se diagnostique el embarazo al inicio
del segundo y tercer trimestres. No tiene ningún riesgo, la
cantidad de sangre que se extrae no afecta ni a la madre ni al
bebé. Permite observar cambios importantes que se van
produciendo en la sangre materna o a lo largo del embarazo, y
además permite detectar oportunamente problemas que pudieran
ocasionar complicaciones del embarazo.
Química
sanguínea de 4 elementos. Detecta alteraciones en los
niveles de glucosa, urea, creatinina y ácido úrico, relacionados
con el metabolismo de las proteínas y la digestión de los
carbohidratos. Se toma una muestra de sangre en ayunas. Cuanto
antes se realice mejor, otra vez durante el primer trimestre del
embarazo, otra durante el segundo trimestre y una más en el
tercer trimestre. Permite detectar oportunamente alteraciones
metabólicas, controlar padecimientos como la diabetes
gestacional, y prevenir complicaciones del embarazo.
Grupo
sanguíneo. Detecta el grupo sanguíneo y la existencia
del factor Rh en la sangre de la madre. Se extrae una pequeña
muestra de sangre de la paciente, para identificar su grupo
sanguíneo. En caso de un resultado positivo, es necesario
confirmarlo con otros estudios específicos. Debe realizarse
apenas se diagnostique el embarazo y se hace sólo una vez.
Realizada tanto en la madre como en el padre del bebé en
formación, es más fácil predecir y actuar frente a una posible
incompatibilidad de Rh entre la madre y el hijo, la cual en el
segundo embarazo de la madre podría ser muy peligroso para el
bebé.
Examen
general de orina. Ayuda a diagnosticar padecimientos
renales y del tracto urinario, infecciones y otros trastornos
relacionados con enfermedades metabólicas o sistémicas. Se
recolecta y se lleva al laboratorio la primera orina del día y
ahí se hace un estudio microscópico y bioquímico para encontrar
sustancias de desecho como glucosa, proteínas, cetonas,
leucocitos, eritrocitos y bacterias. Está indicada durante el
primero, segundo y tercer trimestre. Al detectar a tiempo
infecciones o enfermedades renales o del tracto urinario, se
pueden tomar medidas para prevenir complicaciones del embarazo.
Urocultivo. Detecta la presencia de bacterias en la
orina, y a qué tipo pertenecen. Se recolecta la primera orina
del día, para colocarla en el laboratorio ante diferentes medios
de cultivo y ver el tipo de desarrollo bacteriano que resulta.
Debe realizarse desde el primer trimestre y cuanto antes mejor.
Permite actuar con oportunidad frente a infecciones que pudieran
ocasionar complicaciones del embarazo.
Ultrasonido básico. Es una técnica que utiliza ondas
sonoras para ver imágenes del bebé en una pantalla. Puede ser
vaginal o sobre el abdomen. Es de gran ayuda para determinar la
edad del feto, distinguir un embarazo múltiple, controlar el
crecimiento y tamaño fetal, e identificar los principales
defectos de nacimiento. También sirve para descubrir el porqué
de ciertas complicaciones del embarazo, como hemorragias
vaginales. Revela cierta información precisa, pero también puede
sugerir alteraciones que necesitarían confirmarse con otros
estudios. Se recomienda realizarlo una vez por trimestre: entre
las semanas 8 y 12 para calcular la edad del feto, entre las
semanas 16 y 20 como guía si a la mujer se le practica una
amniocentesis, y cerca del nacimiento para revisar los niveles
de líquido amniótico y evaluar los movimientos y el bienestar
general del bebé. Si después de realizar un ultrasonido
convencional, el médico sospecha que el bebé tiene un defecto
congénito, entonces pedirá un ultrasonido más detallado. El
ultrasonido proporciona información valiosa para elegir el
tratamiento adecuado en caso necesario y mejorar las
probabilidades de tener un bebé sano.
Tamiz de
glucosa. Detecta la diabetes gestacional. Se debe
asistir con 10 a 12 horas de ayuno. Una hora después de tomar
una solución glucosada, a la paciente se le toma una muestra de
sangre que será analizada en el laboratorio. Si el resultado es
positivo, deberá practicarse otro estudio confirmatorio, llamado
curva de tolerancia a la glucosa oral. Debe realizarse entre las
semanas 24 y 28. Aproxima al diagnóstico de diabetes
gestacional, padecimiento que puede poner en riesgo la salud de
la mamá y del bebé.
VDRL.
Detecta enfermedades venéreas, principalmente sífilis,
mediante un análisis de sangre de la paciente. No es muy
concreto, por eso en caso de un resultado positivo, es necesario
confirmarlo con otros estudios específicos. Apenas se
diagnostique el embarazo, debe realizarse sólo una vez. Orienta
al médico sobre cómo manejar a la paciente y sobre el tipo de
parto más conveniente.
Pruebas especiales
Perfil
Torch. Detecta anticuerpos formados por el contacto con
algún microorganismo que genere infecciones agudas como
toxoplasma, rubéola, citomegalovirus, herpes simple y otros.
Consiste en buscar anticuerpos contra enfermedades provocadas
por esos microorganismos. No es de rutina, sino que se solicita
cuando hay factores de riesgo específicos, por ejemplo cuando la
mujer embarazada convive con gatos o ha estado en contacto con
personas enfermas de rubéola. Permite actuar frente al riesgo de
que esas infecciones interfieran con el desarrollo fetal.
Amniocentesis. Detecta malformaciones causadas por
alteraciones cromosómicas, Trisonomía 21 (Síndrome de Down),
Trisonomía 18 y Trisonomía 13, entre otras. Mediante una punción
en el abdomen de la madre, con una aguja delgada y bajo guía
ecográfica, se obtiene una muestra de líquido amniótico que
rodea al bebé. En la actualidad es la prueba más confiable para
detectar alteraciones cromosómicas, con un margen de acierto
cercano al 100%. Debe realizarse entre las semanas 15 y 18. El
riesgo es que se produzca un aborto por ruptura de membranas,
infección, lesión fetal, entre otras complicaciones, aunque esto
sucede apenas en el 0.5 a 1% de los casos. después Del
procedimiento algunas mujeres experimentan dolor, sangrado
ligero o pérdida de líquido amniótico. Esta prueba permite
conocer tempranamente alteraciones cromosómicas importantes y
diagnosticar ciertos defectos cardiacos en el bebé.
Determinación de anticuerpos antifosfolípidos. Detecta
enfermedades inmunológicas que pueden causar muerte fetal, como
las que producen los anticuerpos antifosfolípidos. Se toma una
muestra de sangre de la madre, para buscar la presencia de
anticuerpos que puedan ocasionar padecimientos como afecciones
vasculares, entre otros. Debe realizarse sólo cuando el médico
lo determine, ante la sospecha de alguna enfermedad
inmunológica, o cuando la madre haya tenido embarazos previos en
los que haya habido muerte fetal. Esta prueba facilita el
tratamiento oportuno de ciertas alteraciones de tipo
inmunológico.
Cuádruple
marcador. Detecta defectos del tubo neural y
alteraciones cromosómicas como Síndrome de Down. Se toma una
muestra de sangre de la paciente y se analiza en el laboratorio
con cuatro reactivos, que permiten identificar alteraciones. No
es una prueba específica, en caso de resultar positiva, la
paciente debe someterse a pruebas específicas más agresivas como
la amniocentesis para confirmar el diagnóstico. Debe realizarse
entre las semanas 15 y 18. Permite saber si hay riesgo de que el
bebé padezca Síndrome de Down o espina bífida. Es una prueba muy
útil, pero su costo es alto.
Doppler.
Detecta alteraciones hemodinámicas en el bebé. Es un
tipo de ultrasonido con un aditamento especial que permite
valorar los flujos sanguíneos de las arterias importantes, entre
ellas la umbilical y las cerebrales. Debe realizarse en el
primero y tercer trimestres, cerca de terminar el embarazo. No
tiene ningún riesgo, pero debe evitarse durante las primeras
semanas. Gracias a este estudio es posible actuar oportunamente
en caso de sufrimiento fetal u otras alteraciones hemodinámicas.